Vi la ciudad desplomarse en el olor de las alcantarillas
Tengo en mi seno guardado
Soy tu amada prometida.
rodeado de un silencio ejemplar
un alegre cronopio se sentó en un banco
cerca del piar de las risas cercanas
de una bandada de pájaros pequeños y juguetones
al contacto del concreto frío
estornudó
se limpió la nariz
terminó de aterrizar en la complejidad de sus colores expresionistas y reflexionó, hondo,
sobre el por qué alguna gente lo confunde con una piña, una caja de fósforos o una excusa irracional para iniciar un ciclo que pretende ser la feliz consecución del reencuentro de nueve muchachas que tienen el vicio de reír como ríen los pájaros pequeños y juguetones
encendió un cigarrillo
pensó en la casualidad de su existencia como excusa
y en la suma de hechos que hace que en el café una mujer entre vestida de San Judas, cargando el santo, ocasionando a su paso que la gelatina se derrame y los cubos perfectos de colorante amarillo número cinco se pongan en contacto con el mármol
una fama descarada le alcanzó a decir:
-qué linda es la gelatina, deberíamos ser amantes y esperar que la luna dicte nuestro entorno secreto
desde pequeño nuestro alegre cronopio aprendió que las famas no pueden sintetizarse en el laboratorio y que por eso dicen cosas sorpresivas e incoherentes como ésta
una mesera con bigote quiebra un plato o un vaso
los platos y los vasos suelen quebrarse a pesar de la astucia de las manos
cualquiera puede ser una fama o un cronopio o un vaso o un plato que se rompe a pesar de la astucia de las manos
y yo
regreso al mar dislocado de mis días, con la mirada triste si estoy confundida, con muchas ganas de cantar canciones que memorizo con el frenesí adolescente que me caracteriza
quiero sonreír ante la cítara y masticar (la palabra masticar me gusta) esta ciudad de aire poludido, tan fría como el tacto de un banco de concreto donde un día se sentó un cronopio a hacerme el dictado, a tomar la sombra de mi mano y deslizarla a su antojo
-a penas es enero, se dijo
por suerte, en esta época feliz, los colores como yo estamos a salvo del expresionismo, los lápices y las famas
-el mar tendrá que resucitar en cada herida, me dije
y yo habré de empezar a creer en tu mano en mi cintura, tu dedo que apaga la luz de nuestras noches tambaleantes y volveré a temblar en ti como tiemblan los pájaros pequeños y juguetones que contempla un cronopio sentado en un banco frío la mañana de un veintitrés de enero/de cualquier año como éste.
disimulo
pierdo el tiempo que me falta
sintiendo la blandura de mi cuerpo y mi total afán por ponerle nombre a las cosas
mastico
la palabra masticar me gusta
observo detenidamente la salamandra que vive detrás del grifo
hace calor
recuerdo que penetrar tu piel y sorber tu sangre luego de la comida es un vicio blando que un día terminará por matarme
y cuando esté muerta voy a tener una serie de sueños de vos sobre las sábanas amarillas
ya
vinieron esos pensamientos
las ventanas están abiertas
el agua se hace gotas de sudor por lógica
de pequeña odiaba dormir de tarde
creía que eso era para las hormigas o los aguacates
que la vida a los seis años se trataba de comerse el mundo
sigo pensando lo mismo
quisiera dorar mis pestañas sobre una hornilla de luz
y hacer tortillas con pellejitos de mis manos para dártelas de comer en la boca
quisiera muchas cosas
por ejemplo: decir con mayor frecuencia la palabra pacún
pacunes tus ojos y los míos
faltan pocos días
el próximo lunes quiero dormir la siesta
abrazada a un gato azul.
cómo llegar a la calle Progreso, a la calle Repúblicas o la colonia Toluca sur poniente
puertas en ambas ciudades
ventanas empañadas de mi habitación
que seguro a estas alturas ya se habrá convertido
en un nido de polvo
tengo el corazón dividido desde hace tiempo
aprendí a partirme desde muy niña
los dedos
los nudos
los párpados
reniego de mi estado geográfico siempre que estoy del otro lado
me reclamo para luego perdonarme
amo a los amigos que aprendieron a entender que mi lugar será el que yo quiera
el pedazo de tierra que yo elija
hace meses quise escribir de los nómadas
pero no pude
puse algo en el papel
algo intrincado
palabras domingueras
(me acusas)
pero hoy esas palabras se me vienen cotidianas como los pájaros que de noche hacen bulla en la copa de un árbol de mango
y me asustan
solo quería decir que
este domingo en que hasta las hormigas tiemblan de ruidos
la hendidura de la tierra
está dividiéndome el pecho.
dicen
quema las hojas
no puedo
haz de toda esta época ensombrecida un túnel gigante para salir corriendo sin rumbo ni fecha, a la espera de un ave que practique su vieja costumbre de ser libre y tener las encías sangradas
amárrate los suelos para que no se te escapen
muérete cada día
si puedes
porque cada vez es más impávida la forma de hacernos daño
de quedarnos en el cascarón vacío y aceptar lo condenable
aquello que nunca soñamos de niños
y nos da miedo
son angostos los caminos
y triste la vuelta del acelerar volante
respiro del absurdo
me resigno
quiero que vuelva la calma y opaque todo sentimiento insano hasta destruir cualquier bomba que viva intrusa en este espíritu
quiero quemar estas hojas de infortunios
pero no puedo
disoluta
aquella mañana en que desapareció la noche
la dama de dientes rechinantes tomaba el café en la terraza
liada por los huecos que dejaron todos los fantasmas que vinieron a cantarle la niebla
mientras la inquietaban los pájaros que hacían fiesta en el árbol contiguo
despertó masticando estertores
dudosa
con el silencio mezclado de pesadillas
se despereza deprimida por lo que a ella le falta/o cree que le falta
sigue joven a pesar de los surcos que describen todo el sobresalto que conlleva la sola presencia de los seres sobre el pequeño mundo
de una pequeña casa
sorda
a su voz que le preocupa
siente
el corazón ensombrecido
el rumbo macerado por la ventisca
tiene embrujo de lunas
bebió hasta el hastío el recuerdo de sus pies de niña
de su imagen colgada en el portal llorando hasta desangrarse
no tiene escapatoria
se detiene en el discurso que pensó prolongar hasta su muerte
y sus palabras breves la hacen creerse
anodina
y es que en la insignificancia de una abundante memoria
el dolor se vuelve
recurrente
duele el olvido cuando no llega
y se prolonga la vida en constantes cenizas.
acepto que me he equivocado
rabeo
al leer tus viejas dudas
tienes una forma distinta de nombrar las cosas
una forma recurrente que se vuelve cansía
reconozco también tus equívocos
pero hay algo que se convierte en fanatismo
cuando recuerdo tus ojos lejanos recorriéndome
o la forma de tus manos
hemos crecido
nos hemos roto
del otro aprendimos la línea del oscuro cotidiano
la forma de tomar el café
las manías
el suave oleaje de tan variadas despedidas
la tragedia hecha leche con cereal
y así
todos los oráculos insisten en que nuestra suma es en vano
pero yo
creo en el libre albedrío de los hombres
utilizo palabras redundantes que corriges
confío
en la voluntad de la especie más allá de los augurios
por eso te escribo te hablo te creo
cuando dices que me necesitas
que eres el deseo transfigurado por nosotros
y te veo sentado balbuceante en la orilla
y te aprieto desnudo recostado en la mía
y te tengo calor en un jardín bien lejos
y no dejo de pensarte.
el hombre está condenado a repetirse en la sombra de sus años
en sus lugares favoritos
en las noches donde recuesta su cabeza, cansado
de sus nidos insolutos
y su llanto de incertidumbre
sabemos todo eso y más
sobre la condena
pero seguimos intentando que cada noche sea irrepetible
que el beso no se acabe en el garaje de una casa sin muebles
que la mano a la que nos adherimos angustiados
no nos suelte nunca
no sabemos mucho del pasado
y el futuro, ingrato él
se carcajea de nuestro rostro perdido
cuando en la noche del bar
buscamos a los mismos amigos de toda la vida.