lunes, diciembre 31, 2018

2018


2018 fue un año infame para mí pero no tanto como el 2017. Estos dos años han sido personalmente difíciles para mí, cuesta arriba, titánicos, inclementes, por lo que, estar de pie al final de este período temporal es una gracia a la que me abrazo.
La metamorfosis radical que me ha implicado ser madre continúa, dentro de mí se abrió la caja de triques, la caja de Pandora de lo no resuelto, de repente, criar me devolvió a la infancia, a la luz y al dolor que ello implica. El cansancio físico de criar es indescriptible, pero también el cansancio emocional que ello conlleva. Y no se diga, la falta de comprensión, empatía y solidaridad hacia quienes criamos.
Mi mejor amigo, Javier Norambuena, me dijo dos frases con las que termino el año: no hay que gozar del fantasma; no hay que gozar del dolor, porque ello lastimará a su niña interior. De la intemperie al gozo, así fue mi 2018.
Lo mejor, sin duda, es terminar el año compartiendo con mi marido y con mi hijo, pero ello no es una postal ni algo superfluo, nos ha costado mucho trabajo emocional y físico. Extraño a mi familia salvadoreña y espero poder abrazarla pronto.
De lo mejor de mi año fue ver encarnar a mi obra de teatro “Mamífera” y, en el camino, compartir el arduo trabajo con la increíblemente talentosa actriz y directora Alet Rojas; la inteligente y bella Melanie Aragón; el intenso y hermoso Edgardo Flores; el colaborador y noble Josué Zavaleta y la talentosa y bella actriz Paola Vianey Gudiño; poder conocer más de cerca a Abdhalá García, Ada Mendiola Kuri y Silvia Salazar Almenara, quienes me dieron una enorme lección de solidaridad y apoyo cuando califiqué la actitud de una actriz y promotora local y la de su marido como injusta y clasista y tuvimos que salir de un proyecto que no nos beneficiaba. Este año también tuvimos que escribir dos cartas contra un periódico local que nos mencionó en una nota poco informativa y antiética. En resumen, el camino por dignificar nuestro trabajo como creadores de arte sigue en pie.
En el ámbito personal, lo más importante que aprendí este año fue que debo amar a mis amados tal como son pero también dejar claros mis límites y lo que no estoy dispuesta a admitir. Las personas no nacimos para cumplir las expectativas de nadie.
Deseo para los míos y para mí, y para todos los que pasan por estas líneas, amor realista, paz espiritual, mucho trabajo digno, estabilidad económica, muchas líneas subrayadas en los libros, mucha agua y mucho mar. Que la nobleza de nuestro corazón no trastabille y se imponga a la naturaleza egoísta, cruel, violenta y agresiva que habita cada ser humano. Y tengo otro deseo, que no voy a publicar y que me lo diré en silencio hoy a las doce de la noche.
Estoy de pie. Como dice el poeta chileno Raúl Zurita: “La vida es muy hermosa, incluso ahora”. Gracias a mi familia y a mis amigos que me aman tal como soy, a mis ángeles humanos que me permiten estar viva y escribir. Viva la vida.
Lauri García Dueñas, 31 de diciembre de 2018, Acapulco de Juárez, México.