El libro rojo se fue a dormir para ser mejor. A continuación, el que más me gusta:
XIX
“La vida se instala en formas privadas de tercera dimensión, que desaparecen si se ponen de filo o dejan apenas una rayita rosada inmóvil vertical en el agua”, Julio Cortázar.
Otro idioma
Nada de lo nuestro puede explicarse así nomás
hemos tratado de dotarnos de un lenguaje diferente, privado
sobre todo privado
a otros, amantes arquetípicos, les interesan los peces
pero a nosotros, sombras mundanas,
instalaciones cómodas dentro de la burbuja
nos interesa el jugo de naranja con guayaba que tomamos después de untarnos con aceite una noche de esas en la que tuvimos que escondernos hasta de los des-conocidos
tomábamos café en las librerías
comíamos en el lugar de las mariposas
hablábamos de nosotros con total prepotencia y desparpajo
entregándonos a nuestras particulares-
divagaciones-
metafísicas
nos interesa la posmodernidad ambulante
el centro histórico
decirnos amor en formas sucias e inquietantes
jugar a los niños con parques y comer dulces rellenos de cajeta
tanto y para mientras (dos de mis conjunciones favoritas)
estoy muy cerca del final de este viaje en que nos anudé más de tres veces en reflexiones proclives al llanto
intento hacer de mí una madeja de palabras inmortales y en eso estoy debajo de un puente, hay una paloma gris, asquerosa, que aparece recurrente como todas las de su raza, hay gente que deja basura cerca de las lenguas del río y recuerdo como hace once años hice lo mismo cerca de un atónito ecologista de caminos
hay tantas cosas de mí que quiero decirte
pero no puedo
sí, estoy casi al final de este libro rojo, de la lluvia diletante y enferma, del hastío por lo nuevo, del camino ese que no alcanzo a discernir y de un tembloroso afán por usar la caricia
oscura de anhelos verbales
ávida por conceptualizar la muerte y la miseria
tan dentro de mí que soy gris y horrible como las palomas
tan traslúcida como toda nuestra raza de verbo-diarreicos
cansada
cansada
de oírme hablar de vos para mis adentros
de barajar posibilidades del encuentro
mientras se hace tarde
próxima, turgente
instalada en los códigos privados de ambos
cansada
por eso me detengo
voy a hablarte en gíglico amor,
voy a decirte quédate, llévame al mar, dame de beber una cerveza oscura en el bar de la esquina
voy a decirte, amor,
arrójate al vértigo de tus ansiedades, de una vez y para siempre,
moríte,
de una vez
Y cuando despiertes, voy a decirte que
Quiero:
volver a esas formas privadas, a nuestras películas surrealistas de primos sin sexo, a tu café, a la ducha en que no cabemos juntos, a tu cama –y a la mía-
y que todo el lenguaje del mundo desaparezca,
en el fondo de los peces que otros fundaron
casi es el final de este libro rojo y de los garabatos
(te aviso)
cógeme de los huesos, amor,
hundí tus ojos de cíclope en mis caderas
háblame en otro idioma, amor,
volvé para que nos revolquemos en el pasto hasta matarnos como vacas,
hablemos de nosotros, por fin,
que ya fueron muchos barcos, muchas las aves de paso, muchos libros de orillas con ríos, demasiadas las páginas
las páginas insostenibles
las nubes vistas desde un “arriba” artificial
tantas las canciones repetidas
el dolor de estómago de los poetas
¡Demasiados!
demasiadas las mandrágoras
los malvones
los ananás
las escrófulas
los arcos perpiaños
las nervaduras y, sobre todo,
los intercesores
confieso:
es imposible mantener el ritmo de esta postal de calles antiguas, demasiado soliloquio para ver un puente, demasiada la intolerancia al verbo y a los monumentos, ha llegado entonces como te dije la hora de destruirlo todo, todo, todo el lenguaje del mundo y decirnos al oído
nuevas y sucias palabras de amor
3 comentarios:
arriba!
paris londres cortazar londres paris... Para cuándo el libro negro, ya empiezo a saborearlo?
Retrataste, enorme, lo que es el dolor de estómago de los poetas.
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