disoluta
aquella mañana en que desapareció la noche
la dama de dientes rechinantes tomaba el café en la terraza
liada por los huecos que dejaron todos los fantasmas que vinieron a cantarle la niebla
mientras la inquietaban los pájaros que hacían fiesta en el árbol contiguo
despertó masticando estertores
dudosa
con el silencio mezclado de pesadillas
se despereza deprimida por lo que a ella le falta/o cree que le falta
sigue joven a pesar de los surcos que describen todo el sobresalto que conlleva la sola presencia de los seres sobre el pequeño mundo
de una pequeña casa
sorda
a su voz que le preocupa
siente
el corazón ensombrecido
el rumbo macerado por la ventisca
tiene embrujo de lunas
bebió hasta el hastío el recuerdo de sus pies de niña
de su imagen colgada en el portal llorando hasta desangrarse
no tiene escapatoria
se detiene en el discurso que pensó prolongar hasta su muerte
y sus palabras breves la hacen creerse
anodina
y es que en la insignificancia de una abundante memoria
el dolor se vuelve
recurrente
duele el olvido cuando no llega
y se prolonga la vida en constantes cenizas.
6 comentarios:
Qué poemota!
PUF! ESTAN FULMINANTES Y HERMOSOS LOS DOS VERSOS DEL FINAL. TE EXTRAÑO LAURI!
anodina y recurrente!
bueno el sitio, saluditos.
Conviertes lo cotidiano y lo-que-no-se-ve en algo entrañable. Lizbeth Zavala Mondragón.
La señorita de arriba me recomendó tu blog.
Me estoy volviendo fan de las bonitas que escriben chido. Fan en malísimo pedo. xD
Esos versos finales me desvisten...
Uffa!
OA
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