“tuvimos una noche en que la puerta estuvo abierta”, Javier Norambuena
orificios boscosos duermen entre los pliegues del asfalto
llegará esa madrugada que arrasará con el origen de la fuga
contagiosa es la humedad de las cavidades
estoy aquí siendo un triángulo infinito
una colección calcárea de formas
conjunto prolongado de notas acústicas
rompiendo el vértigo acuciante de las aves
viendo explotar los peces en el barro
atravesada por el recuerdo de todas las noches y todos los hoteles
es posible que nada haya sido cierto
que esta suma sea impositiva: llama que arde cuando nos dormimos
el sentido no tiene nada de absoluto
sentencias son las nervaduras
y las hojas, ay las hojas
van sucediéndose en espantos
¿cuánto tiempo habremos de quedarnos quietos?
eso solo lo saben las agujas que cosen los labios de las cartas
hierática sonrisa la del destino sin cobardes
rama desierta estos pájaros y esta angustia
polvo de los árboles, risa de mí
espíritu del bosque escondido entre adoquines
flamas salobres/ incrustaciones de nostalgia
¿qué será de ti si no lo sabes?
si de noche tiemblas al revivir la memoria: hubo una vez un tren y un par de andenes
la hora acordada para ver las águilas
luego crecimos y nos quedaron: los párpados en el pelo
alucinaciones prácticas
metafísica y la carne
la belleza como una pregunta abismal
camaleones como palillos de dientes/libros sin portadas
sí, yo vi esa época cabalgar
inconclusa y épica
llena de adjetivos y azulejos
la página en blanco atravesada por ciertos vocablos concatenados
cansancio de máquinas, esa punzada, ese piquete en la parte interna
la pieza estaba al revés y todas las luces apagadas
yo intenté despertarme de mi sueño informe
respiré el aire en dosis: bocanadas
conté de atrás hacia adelante/eructé
dije 'absurdo' casi un millón de veces: cabalgata
reduje la histeria de un domingo solitario
y me volví a preguntar seriamente:
¿qué será de ti si no lo sabes?
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