Muñecas
Duelen las palabras al salir por el espinoso esófago
al trepar en carrera
duele -estar encerrada en la pecera-
viendo el atardecer de otros mercenarios
Ya casi no hay aire
no hay honor, ni fiestas de domingo con pastel,
ni pañales, ni cascarones de pájaros,
ni globos aerostáticos, ni floreros de agua fresca
Las peores formas de ver se imponen
las ideologías vagan por la autopista
y a la Eva que está a punto de desplomarse
del tercer piso, ni las manchas de los pandas gordos
la consuelan
Sosa, se amarra los cordones de unos zapatos prestados
y añora su paraíso remoto
su fetichismo confeso por el gigante
su mirada calma
la de antes
Ahora
¡Araña las paredes, ladra!
Nada podría apaciguar la acongojada alma de la niña
Ella, la del sombrero con trasatlánticos
Ni las sábanas alivian su frío
ni las manos de mamá le quitan la estaca del pecho
ni el fin del mundo la salva
ni los cartunes de la televisión
Nadie le amarra los zapatos
porque son prestados
Ahora
¡Araña las paredes, ladra!
Las muñecas yacen muertas en el piso
el gigante las hizo pedazos
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