Hace un tiempo conocí a un mutante de piel azul y costumbres de gato un día me gustó tanto que me quedé sorda de tantos nervios
más tarde me enamoré de él perdidamente
pues me recordaba a mis remotos amigos imaginarios con los que jugaba de niña debajo del árbol de limón
esos cómplices aliados con los que aventábamos flechas de partículas invisibles a los enemigos de la infancia
que son más peligrosos de lo que uno imagina
.
el mutante era tierno y aparentemente inofensivo
tenía una timidez que invitaba a la confidencia
decía frases tan alentadoras como que nos conocíamos desde antes
o esa de “siempre quise una chica como tú para mí”
.
afilando sus ojos pequeños trepaba a la ventana de mi departamento a ver pasar por horas los autos recurrentes del Viaducto
no me culpen, un mutante así conmueve el corazón
él era tan sensible como yo
que muero en las ventanas al ver caer la lluvia y me entristecen demasiado los domingos
.
y yo que me las daba de precavida
que siempre temí a los mutantes
no descubrí sus propiedades químicas a tiempo
porque la pasión desbordada en la cama siempre obnubila
.
de repente, ya no hacía caso a eso que enseñan las mamás de que uno no debe hablar con los extraños y mucho menos irse con ellos
.
y es que yo le creía todo al mutante azul,
lo besaba mucho, me le sentaba en las piernas
a veces más de la cuenta
entusiasmada, le escribí todos los poemas que pude
porque pensaba inocente que la poesía conjura el amor de los que amamos
pero el poema es insuficiente casi siempre
.
tuvimos, el mutante y yo, nuestras escenas cinematográficas, nuestros momentos Kodak
besos en el césped de la universidad con ausencias a las clases de baile
veloces desapariciones del mundo para poder habitar nuestra burbuja
prolongadas charlas de café y sobremesa
domingos de Jim Jarmusch y Woody Allen
borracheras tambaleantes en las calles del centro histórico
cuando los extraños envidiaban los besos que nos dábamos
.
ay, esos días felices
.
aparentemente todo iba bien
.
hasta que un día mi mutante favorito me dijo que estaba confundido
que mis propiedades químicas y las suyas causaban cortocircuitos
que habría que afinar los electrodos
que él era un mutante tranquilo que dormía poco y necesitaba más comprensión y ternura
.
me acusó de ser enojada y multiplicar pucheros
de tener demasiadas revoluciones por segundo
lo que me pareció muy serio y protesté
porque a mí me apasionan mis ventiscas/soy terca/me defiendo
.
me puse triste
agarré mis cosas
regresé a mi casa
.
era primavera
habían demasiadas jacarandas
y demasiados pétalos en el piso aplastados en derrota
.
tomé de más
escribí de más
me dio alergia el contacto con el mundo
.
y yo que siempre fui trágica y dramática
exageraba
tenía nostalgia de flechas imaginarias
y confidencias
.
intenté seguir los sabios consejos de mis amigos
traté de olvidarlo y conocer nuevos mutantes que me asustaron cada vez más
bah, todos mis intentos fueron inútiles
.
en el fondo
el mutante y yo nunca rompimos los lazos que provoca la piel y la pasión que desbordada en la cama siempre obnubila
pero a veces
todavía me pongo triste
porque me siento más mutante que él
y eso hiere mi seguridad ontológica
.
ahora no sé
no sabría qué decirles del estado actual de mis asuntos fuera de la atmósfera
solo que tengo una profunda simpatía por las películas de seres extraños y marcianos azules y admiro cada vez más a Jim Jarmusch y Woody Allen que por lo menos son igual de raros que yo
.
confieso
sigo esperando que mi mutante de piel azul y costumbres de gato regrese para quedarse
porque en el fondo él y yo nos entendemos
los dos damos miedo, sacamos chispas y jugamos con flechas imaginarias
que nadie más ve
.
sigo
creyendo es sus frases halagadoras
él insiste en decir que nos conocíamos desde antes
tal vez en un planeta tan lejano como Plutón
aunque ya no exista por motivos científicos y geográficos
.
y en ese planeta feliz
donde el mutante y yo ya nos conocíamos
donde no terminan los besos y nunca llegan las despedidas
siempre pasan en la televisión del domingo
películas de Jim Jarmusch y Woody Allen.