
A Carlos, David y Leopoldo por enseñarme una forma diferente de ver la ciencia
I
ahora tengo dos cuerpos hechos en un diodo
la multiplicidad de mi piel es una herida abierta
II
en el estudio desordenado de mi padre descubrí que la alquimia es un proceso que duraría toda la vida
yo
apenas alcanzaba con mis manos la mesa llena de libros
y aprendía de las letras lo necesario
cuando en el colegio alguien preguntaba a qué se dedicaba mi padre
yo sonreía complacida:
“él es un científico”, respondía
III
durante años contemplé el reptil disecado que habitaba en la repisa de la sala
cuando sus entrañas de aserrín empezaron a desplomarse entendí que la vida nunca podría detenerse en la infancia
IV
a los nueve conocí a Melquíades y yo también quise hacer pescaditos de oro
V
a mis catorce años mi proyecto científico de encender una batería con dos alambres pelados sufrió la censura absoluta del escuálido y cruel profesor de laboratorio
ante mi precoz fracaso con la ciencia pura me dediqué a coleccionar imágenes oníricas para crear maravillosos inventos rellenos de palabras
VI
mi padre guardó durante años botes herrumbrosos llenos de crustáceos, mi madre combatía sus reminiscencias científicas en el traspatio
por él
aprendí a querer a esos insectos humanos de río
en su hinchada deformidad de cloroformo
VII
Elisa lloró el día en que el esqueleto armado de su marsupial fue mellado por un escobazo no intencionado de mi madre
Elisa libera tortugas
sabe mucho de los astros
estudia al coatí que duerme el sueño de su piel en el bosque
le gusta el punk
y cree –fervientemente- que otro mundo es posible
VIII
David y Leopoldo me enseñaron que la poesía está muy cerca de las esporas y los organismos unicelulares pero también, imbricada en los grandes fenómenos de la bóveda celeste
IX
en ese entonces, Carlos me convenció de arrojar baterías a los mingitorios masculinos de la secundaria
al contacto con sus aguas internas, nuestras víctimas sufrían sorpresivos choques eléctricos
a pequeña escala, me di cuenta de que la ciencia también está hecha de malas intenciones
X
dije que soy dos cuerpos
separados en un laboratorio
por eso ruego, alquimista de mis órganos,
regrésale a mi alma escindida la paz de los microbios.
XI
la complejidad
suenan las campanas del domingo
hace horas
soy varios volúmenes de una enciclopedia indescifrable que me dejó la humanidad
tengo un golpe de calor repentino
mas no quiero morir de combustión espontánea
dije que la alquimia sería algo que durará toda la vida y lo repito
la ciencia, afirmo, se diluye también en la pasión empírica
aquí estamos
en medio de esta nube de urbes y glorias
de estos edificios, cactáceas dulces que albergan cientos de existencias
acostumbrados a ponernos las máscaras, como maquinarias sutiles de un genio anónimo
seguimos
por mi parte y cómoda
me trago tantas veces las frases hechas para salirme al paso
mis maniqueísmos de celofán que se rompen al día siguiente
mis complejos discursos que me empujan a una supuesta claridad de espécimen superior
pero me equivoco
nada es simple como los microbios
ni ellos mismos
ni siquiera las esporas y los tubos de ensayo que parecen sintetizar el alma humana son garantía alguna de que las sustancias puedan separarse entre las piernas
sí, dije alma, y dije piernas
hay tantas cosas que quiero decirte de mí
pero no puedo
y digo:
la gente que argumenta sabiduría popular es la más engañosa e incierta
da consejos que se vuelven inútiles por el solo hecho de ser impropios
y es que nadie tiene la certeza de lo que pasa en la otra casa con la puerta cerrada
en el íntimo desarrollo de un par de pies rozándose de noche
la mano que mueve el mundo no siempre es tan diáfana
los hombres que babean suelen ser cada vez más absurdos
y más sórdidos
y más espeluznantes
pareciera que un pesimismo se encierra en estas escamas que se pegan al esqueleto del pez, incólumes y redondas en su naturaleza de certidumbres
tal vez por eso sufro de calores repentinos
y escribo versos largos de pura rabia
porque mi piel también se hunde al calor de los hornos
se confunde y pide más agua
cada vez más agua
temo convertirme en una hierática y ardiente hierofántida y que no te apetezca abrir los pliegues de mi falda
porque tanta agua admitida siempre arde y es peligrosa
nada está claro todavía
afuera arrecia la complejidad del ser que parecía agotada, vilipendiada, estrujada
por una aparente imposibilidad
pero al final
y repentinamente
todo se nubló como un aliento en el espejo del baño
afuera
quedamos esos hombres y mujeres inciertos que caminamos en los pasillos para tomar el primer tren que nos lleve a cualquier parte donde nos sintamos seguros
pero ese lugar no existe
ni lo puede construir la ciencia del hombre soberbio
porque la alquimia y la pasión empírica durarán toda la vida
y eso es lo único que sabemos.
1 comentario:
AMOOOO ESTE POEMA. LO AMO AMO AMO.
Y A USTED LA ADORO.
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