1.
Nací
en 1980, el año en que inició la guerra en El Salvador y que dejó
75,000 muertos; 12,000 lisiados y 8000 desaparecidos. El año en que
un comando de ultra derecha asesinó al arzobispo de San Salvador,
Óscar Arnulfo Romero, “la voz de los sin voz”. El 11 de
noviembre de 1989, cuando se llevó a cabo“la ofensiva final”, yo
tenía nueve años y, entre los libros, prendí una vela roja para
que no mataran a dos de mis seres más queridos. No creo que la lucha
armada sea la solución a los conflictos, estoy más del lado de la
desobediencia civil o la resistencia pacífica. Sin embargo, en El
Salvador, creo que no hubo otra alternativa porque se había perdido
el derecho a disentir.
2.
Mi
abuelo Juan Gilberto, quien nunca usó zapatos, fue uno de los
fundadores del Partido Comunista salvadoreño. En 1932, el general
Maximiliano Hernández Martínez mandó a matar a 40,000 indígenas
que se habían inscrito en el partido, los llegaron a sacar uno a uno
a sus casas. Mi abuelo aguantó tres meses escondido en un tapanco
subterráneo en la milpa, mi abuela le llevaba de comer en una cesta
que bajaba con una cuerda. La lucha social es posible gracias al
apoyo, en primera instancia, de los más cercanos.
3.
Desde
2010, coordino talleres de escritura. En estos últimos meses, los
estudiantes que asisten a mis talleres han escrito sobre el asesinato
de seis jóvenes y la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa,
Iguala, México, y la aseveración constante es que están
aterrorizados.
Una
de las chicas llegó a sostener que ahora le da miedo hasta ir a la
tienda.
Al
Estado y al gobierno les conviene ese pavor que inmoviliza. No
contribuyamos a que se contagie.
“El
miedo de la ilegalidad tiene que ser enfrentado con la convicción de
la ilegalidad del miedo. Ahí está la esperanza”, propone
Boaventura de Sousa Santos.
4.
El
papel de la clase media es fundamental en períodos de represión y
cese de garantías. Pero la clase media no debe solamente preocuparse
por mantener sus privilegios y su zona de confort. Se trata de una
verdadera empatía y solidaridad con las clases más desfavorecidas,
para no caer en el cinismo y la impostación en el discurso. Se trata
de movilizarse para defender el derecho de continuar vivos, de
disentir, pero no solo eso, también defender el derecho que las
demás personas tienen de vivir con dignidad, con las necesidades
básicas cubiertas.
5.
Critico
abiertamente a la gente que piensa que “no va a pasar nada” luego
de las manifestaciones masivas. Coincido con el escritor Javier Raya.
Marchar o participar en una protesta pública transforma al que
participa en ella, al ponerse en contacto con el Otro. No dejemos que
los detractores atomicen el movimiento.
6.
La
represión gubernamental ha llegado a límites hilarantes: intentar
prohibir las movilizaciones mediante leyes o acusar a los que se
llaman “compas” de terroristas. Pero esta hilaridad no es tal,
hay que estar atentos a todos los tentáculos y los mecanismos
cohercitivos, aunque parezcan hilarantes.
7.
Repito:
defender el derecho a estar vivos y tener una vida plena.
8.
Si
escuchamos que alguien dice: “pinches revoltosos” o “las
marchas no sirven para nada” no volteemos a ver a otro lado o
prefiramos no gastar nuestra energía frente a semejantes
comentarios. Hablemos de lo que está pasando y no permitamos juicios
superficiales sobre la coyuntura actual.
“Sí,
la lengua no se perdió a pesar de todo. Pero tuvo que pasar entonces
a través de la propia falta de respuesta, a través de un terrible
enmudecimiento, pasar a través de las múltiples tinieblas del
discurso mortífero. Pasó a través y no tuvo palabras para lo que
sucedió; pero pasó a través de lo sucedido. Pasó a través y pudo
volver a la luz del día, 'enriquecida' por todo ello”, afirma Paul
Celan.
9.
Por
eso, para terminar esta breve intervención propongo los versos del
escritor mexicano Guillermo Fernández, asesinado en su casa en 2012
y cuyo crimen aún no ha sido esclarecido:
“Domestica
a tus fieras
ciérrales
la jaula de la noche para que no huellen tu sueño
Que
la jauría de sus miedos se adormezca bajo
las
piedras y el alma salga al jardín a respirar otros aires
Deberías
alentar esa lámpara que el tiempo preserva
solamente
para ti
esperar
calmo esa ola que se está formando en la altamar
y
espera que a su encuentro la acaricies”.
La
ola que se está formando somos nosotros. Alentemos juntos la
lámpara, la vida y la alegría. Volteemos a vernos entre nosotros,
no seamos cómplices de la injusticia cotidiana.
Viernes 28 de noviembre de 2014
Para
la lectura “Sembrar versos en temporada de sequía”
Huerto
Roma Verde
Ciudad
de México
No hay comentarios:
Publicar un comentario