Preparé
estas respuestas, aunque en el conversatorio no las dije así tal
cual :)
- ¿Cuáles son las barreras culturales y estructurales que obstaculizan el empoderamiento de las mujeres jóvenes?
No
sé si estoy de acuerdo con la palabra empoderamiento, me gustan más
ideas como inteligencia, fortaleza, independencia,
autosostenibilidad. Las barreras estructurales que nos alejan de
estos conceptos son la pobreza y la falta de un acceso equitativo a
la educación y los espacios de dirección. También la violencia
obstaculiza nuestro desarrollo. Y los mensajes misóginos y de
inferioridad que en pleno 2015 todavía nos dedica la sociedad y los
medios de comunicación. La vigilancia y los prejuicios sobre nuestra
sexualidad y reproducción, para mí, también son obstáculos.
Virginia
Woolf se preguntaba, a principios del siglo XX en Inglaterra, por qué
los hombres bebían vino y las mujeres agua y por qué un sexo era
tan adinerado y tan pobre el nuestro, esto en muchos ámbitos sigue
sucediendo y hay que cambiarlo radicalmente para beber vino juntos y
compartir con justicia los bienes materiales.
- ¿Cómo afrontan las distintas formas de la violencia de género?
Hablando
en voz alta, desde que era adolescente, las veces que me han dicho
piropos insultantes en la calle, respondía, suelo responder con el
puño cerrado directo a la cara. Los hombres no están acostumbrado a
que los confrontes cuando se sobrepasan, entran en pánico. Cuando en
el periódico donde trabajé a los 22 años un editor criticó mi
forma casual de vestir escribí un memorandum donde defendía que
éticamente la apariencia no es lo importante, en varias ocasiones
denuncié a mis colegas por sus bromas pesadas y acosadoras.
Cuando
escribía mi investigación sobre “Tribus Urbanas” en El Salvador
y un editor quería subestimarme, lo confronté diciéndole que era
por ser mujer. Cuando empezaba en el periodismo y no me dejaban
escribir del fútbol, insistí hasta que lo logré. Creo que la
violencia se afronta hablando en voz alta y “haciendo montón”
con otras mujeres y hombres.
- ¿Qué esperan de mí los demás? ¿A qué aspiro yo?
Creo
que los demás esperan de mí que siga escribiendo y construyendo
artefactos verbales cada vez más complejos y sólidos. Yo espero de
mí cada día ser un mejor ser humano, desterrar de mi vida los
problemas sociales que critico. Deseo ser una buena escritora,
profesional, cada vez mejor maestra y, sinceramente, recientemente me
reconcilié con la idea de ser mamá. Es uno de mis deseos más
fuertes y latentes, así como el de encontrar a alguien que se
aviente conmigo a dicho proyecto vital.
- ¿Cómo me empodero? ¿De quién es responsabilidad?
Mía
y de la sociedad a la que pertenezco. “Soy frágil pero mi espuma
es de granito” dice la poeta guatemalteca Isabel de los Ángeles
Ruano. Soy fuerte pero no invencible, cuando estoy en dificultades
acudo a los que amo y me aman. Reviso mi discurso y mi pensamiento a
diario, sobre todo, porque tengo el honor y la responsabilidad de ser
maestra. Trabajo en mantenerme crítica y alerta a toda la injusticia
a la que el sistema económico nos tiene sometidos a mujeres y
hombres.
- ¿Cómo contribuyen a la transformación social desde sus trincheras? ¿Cómo alcanzamos la igualdad sustantiva?
Creo
que contribuyo a la transformación social desde mi vida íntima como
escritora, mujer y ser humano. Tratando de ser equitativa, amorosa,
colaboradora en mi casa y trabajo.
Reduciendo-reutilizando-reciclando, usando la bici, haciendo comidas
sanas, utilizando productos de pequeños productores, cuidando mi
lenguaje y comportamiento para no ser violenta, tratando de ser
crítica frente a la injusticia social. Siendo cálida con mis
compañeros de casa, amigos y estudiantes. Tendiendo puentes
colectivos en un mundo de rabia y rencor individualistas. Luchando
para ser coherente políticamente. Enamorándome, escribiendo.
Creyendo con todas mis vísceras que “otro mundo es posible”, uno
más justo para todas y todos. Creo en la utopía social mediante la
utopía íntima.
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