Lunes
5 de septiembre de 2016
Polémico.
A mi me recomendaron que debía maternar (compartir mi sustancia
maternante con mi hijo), es decir, pasar con mi bebé los primeros
meses de su vida y dejar de trabajar, 'juelule', me dije, pero lo he
hecho, parcialmente, solo trabajo ocho horas semanales fuera de casa
(dando un taller de poesía en un reclusorio, trabajo que me cimbra y
me da alegría). Me recomendaron dedicarme a pacer cual rumiante
mamífera y dar la teta, lo he hecho, hasta donde mis fuerzas me lo
han permitido, aunque a veces el cuerpo y la psique desvelados ya no
aguantan. No soy una purista y, la verdad, cuando ya no he aguantado
el cuerpo, le he dado leche de fórmula a mi bebé, con el perdón de
las de la liga de la leche y conexas. Estoy del lado de ambas
posturas; considero que las mujeres que no quieren ser madres tienen
el derecho a no serlo y nadie debería juzgarlas por ello y las que
queremos serlo deberíamos tener también el apoyo moral de las no
madres, no su crítica jactanciosa y destructiva, un apoyo estatal y
social para pacer y dar la teta sin tener que preocuparnos por lo
económico, si así lo escogemos, o bien, se nos debería respetar la
decisión de incorporarnos poco a poco al mundo laboral según vaya
siendo nuestro deseo y deliberación, eso sí, con las suficientes
prestaciones sociales no con la incertidumbre de la flexibilidad
laboral. No creo que todas las mujeres deban ser madres ni considero
que ser mamá sea, a secas, lo más bello. Esos son cuentos de hadas
y estereotipos. Por lo menos, en mi experiencia personal, ser mamá
ha implicado que todo lo que era, sentía y creía con anterioridad
tambalease. Y mi sombra ha salido a flote con todos los poderes,
quizás porque no duermo bien y, entre dormida y despierta, he soñado
que mi marido es el rey sandía, con capa de semillas y todo, o que
Batman hecho murciélago llega a mi cuarto. No sé cuántas
depresiones post-parto llevo ya. Por lo tanto, ser mamá no es para
nada un lecho de rosas. Pero de que es hermoso y te dan ganas de ser
mejor especímen, no hay discusión.
¿Ser
mamá es algo político? ¿Tenemos que volvernos súper poderosas
para satisfacer las demandas que sobre nuestro cuerpo inflingen la
competencia capitalista laboral, como la muchacha de la foto, o
guardar el rol socializado de lo doméstico? ¿No sería mejor fundar
nuestra irrepetible maternidad en cada encuentro con el Otro
(bebé)?
Les dejo el artículo en cuestión, hablemos de qué es, en la posmodernidad semifeudal tercermundista, ser mamás o no serlo, ve chís. Y algo sé de cierto, si no fuera por todo el amor y la solidaridad que han tenido mi compañero, mi familia y mis amigos y otras mamás empáticas, ya me hubiera extinguido con mis dudas y mis desvelos.Otro gran tema: La obliteración de los padres que sí quieren ser protagonistas de la crianza y el apego a sus bebés. Porque no los toman en cuenta ni las instituciones, ni los debates, ni las feministas, ni las personas que timonean los asuntos aparentemente dicotómicos mamá-bebé y se olvidan de la tríada papá-mamá-bebé.
Y vos, qué pensás.
Les dejo el artículo en cuestión, hablemos de qué es, en la posmodernidad semifeudal tercermundista, ser mamás o no serlo, ve chís. Y algo sé de cierto, si no fuera por todo el amor y la solidaridad que han tenido mi compañero, mi familia y mis amigos y otras mamás empáticas, ya me hubiera extinguido con mis dudas y mis desvelos.Otro gran tema: La obliteración de los padres que sí quieren ser protagonistas de la crianza y el apego a sus bebés. Porque no los toman en cuenta ni las instituciones, ni los debates, ni las feministas, ni las personas que timonean los asuntos aparentemente dicotómicos mamá-bebé y se olvidan de la tríada papá-mamá-bebé.
Y vos, qué pensás.
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