A Efraín y al sol que esperamos:
La otra tarde, la poeta mexicana María
Guerra me contaba la manera en que ella recuerda a José Revueltas.
Su hijo Samuel la secundaba y repetían juntos la anécdota de cuando
el escritor aseguró, luego de una de sus salidas de la cárcel, que
su vida había sido un “estupendo fracaso”. Oxímoron. A estas
alturas, es paradójico pensar que el hombre al que hacemos homenaje,
ese prolífico escritor y político convulso, tuviese esa idea de sí.
La forma en que María, quien admite
haber sido cortejada por el escritor, tenía para apoyarlo en esos
momentos álgidos era obligarlos a comer, a Revueltas y un amigo, que
solían pasársela bebiendo durante días.
El poeta David Huerta lo recuerda más
bien como el hombre anónimo que apareció en la Facultad de
Filosofía y Letras para acompañar las protestas estudiantiles del
68.
“En
mi memoria, la imagen cardinal de José Revueltas es la de un fogoso
orador de 54 años. Aparece en el balcón de la Facultad de Filosofía
y Letras, en Ciudad Universitaria, y le dirige un puñado de
encendidas palabras a la multitud estudiantil. La tarde de ese agosto
de 1968 es nubosa, llena de presagios, y los adolescentes y los
jóvenes universitarios, atentos a las ideas del discurso, no saben
nada, quizá, de la militancia ya legendaria de ese hombre: enviado a
las Islas Marías en calidad de preso político a los 17 años de
edad, arrestado por 'actividades subversivas' en varias ocasiones,
novelista de una feroz energía arcangélica, el joven hermano 'de
los ojos de diamante', en el retrato poético dedicado a él por
Efraín Huerta y 'uno de los hombres más puros de México', en
palabras de Octavio Paz”1
, asegura David Huerta.
Para el escritor Javier Raya, José
Revueltas es la encarnación de una ética total en la literatura
mexicana y, como para varios, uno de los puentes emocionales que lo unió con la
persona que ama y con la que ahora comparte su vida.
El sujeto y el personaje de Revueltas se
multiplica en numerosas anécdotas, como la más entrañable para mí,
que es la de arrancar, en noviembre de 1929, a los quince años, la
bandera de México del Zócalo y enarbolar la del Partido Comunista
por lo que es trasladado a la correccional durante seis meses.
O la de su esposa, María Teresa Retes,
pidiéndole el divorcio mientras él estaba en la cárcel de
Lecumberri, lo que me hace pensarlo vulnerable y azotado por la
injusticia no solo social sino íntima.
José Revueltas no es, entonces, un ser,
un todo, al que pueda reducírsele al campo semántico de las letras
y de quien pueda pasarse por alto su pulsión vital límitrofe con
el vértigo personal y social. En el análisis literario, no
podríamonos ponernos estructuralistas y evadir del análisis el
contexto personal y político en que están imbuidos sus textos.
En esta pequeña ponencia, quiero
compartir algunas hipótesis sobre su obra que podrían sembrar
madeja para largas conversaciones y debates. Me aviento.
- A pesar de que el lector pueda encontrar sus textos bucólicos, llenos de hipérbaton e hipérboles y, tal vez, cansarse durante largos párrafos; la obra de José Revueltas no puede analizarse como folclórica o costumbrista sino que, a mi juicio, logra retratar y ahondar, como intentó Paz en “El laberinto de la soledad”, en eso por lo que todavía nos preguntamos: Qué es lo mexicano. Cuál es la identidad compleja de esas personas- personajes que viven, no en el centro del país sino en el campo.
- Revueltas fue uno de los primeros escritores mexicanos en reparar y punzar la normalización de la violencia contra las mujeres, describiendo a los personajes masculinos que inflingían esta violencia, evidenciando su patetismo y la injusticia subrepticia latente en el hecho de que demos como normal, sin chistar, dicha violencia.
- No hay héroes impecables en su obra, sino arquetipos e inconsciente colectivo, por ejemplo, Natividad, el hombre limpio de espíritu es asesinado prontamente, para dejar vivos al resto de personajes que están atravesados por una complejidad que les impide ser en sus propios términos.
- La crítica hacia la revolución y hacia la izquierda es mordaz y roe. La huelga no consigue el éxito, sino que vuelve al pueblo un lugar de pleitos entre vecinos y compañeros, para luego causar migración y desaliento.
- La fatalidad de los personajes frente a la muerte, la forma en que esta nos iguala en el éxodo y lo comunitario, se impone.
- Es importante leer a José Revueltas en esta coyuntura por la que atravesamos, subsumidos entre crímenes de Estado y los cuerpos desaparecidos de al menos 22,322 personas, sin edulcorantes ni excesos literarios, en un país que se ha convertido en un Tzompantli gracias al poder concentrado en manos de unos pocos y defendido mediante la injusticia de toda índole. El poder en todos sus epitelios es cuestionado en su patetismo por los textos de José Revueltas, por eso celebramos y compartimos su obra completa, el centenario de su nacimiento y su autoinfligido “estupendo fracaso”. Porque uno preferiría fracasar así, como él, que vivir en la parodia y el engaño.
- Para todos aquellos que aún no le han hincado el colmillo a sus textos, esta es una invitación a hacerlo con fruición, en ellos encontrarán a ese muchacho que arrancaba una bandera impuesta para sustituirla por la de sus propias ideas. Creo que dada la educación bancaria, de estar aplastados en bancas, que se nos ha querido imponer, una que incluye la constante paráfrasis de lo que otros piensan, Revueltas alienta al aletargado joven revoltoso que deberíamos ser en potencia y acto.
Lauri
García Dueñas
Santa
María la Ribera, Ciudad de México, 25 de agosto de 2015.
1HUERTA,
David. “Aguas aéreas. Un sueño vigilante e insomne”, en
Revista de la Universidad de México, Nueva Época, Número 115,
septiembre de 2013. Página 97.
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