jueves, julio 20, 2006

El zanate














Prefiere un alegro y seis notas, aunque indecorosa la resignación le haga saber que es muy feo.
Sus uñas rascan el violín de tu regazo y brinca la piel del contacto entre las sábanas rotas.
Come las gotas de rocío que dejó la noche sobre la hierba y las ventanas abiertas.
Sale a la calle, desnudo, sin chorrear los clavos de su pena.



Ebrio:
De una absurda y quebrada añoranza.


Pega el pico al vidrio, salta al vacío y recoge los pedazos de pan.
Escarba y se ríe.

El zanate sabe que no es pájaro, que casi tiene dientes, que nunca estuvo a gusto con la herencia sutil de los alados.
Transporta, mastica, se balancea, voltea a ambos lados de la calle con la mirada nubosa del reiterado apetito.


Es capaz de devorarse solo, bocado a bocado.

La gente lo persigue y trata de aprovecharse de tanta y tan divulgada ausencia de garbo.

Se sube al árbol donde cuelgan todas las cartas tristes.

Torpe, vuelve a saltar entre los muros: espaldas con huecos y pecas del roce salvaje.
El zanate desaparece, huye del violín, del regazo.


No soporta las sábanas rotas sin tu amor.

Brinca la piel del contacto.


Texto: Lauri García
Foto: Roberto Escobar

lunes, julio 03, 2006

Remodelación celestial














Podrían ser álamos
las esfinges que nos miran
los supervivientes toman la canoa más estrecha
en el paseo de copas y la Alameda Central

Cuidá las narraciones vividas, porque quien limpia las podría tirar

El viernes pasado sonaban los tambores de tu vientre
[Bajo el plástico vivía un ángel que temporalmente ha abandonado la ciudad]

Regalar la risa no es pecado ni traición
abrir las piernas con sinuosidad es media culpa

[El ángel cierra los ojos/ el dintel le exprime a sus labios:
el beso la belleza el hastío]

Podrían ser álamos los árboles del paseo de copas
o simplemente arpas grises:
hierros forjados al fuego del deseo

El sexo es el centro de todos nosotros
por lo tanto
la mujer no puede ser puta

[Bajo el plástico vivía un ángel
que temporalmente ha abandonado la ciudad]