domingo, noviembre 26, 2006

¿Ninfa o Ninfómana?















Colgada de la catedral de San Pedro
mecida por el susurro del Fresno
que añora al paterno de la tierra prometida y la casa
la ninfa salió del estanque
para broncearse

Se balanceaba en el campanario
impía
con los pezones parados saludando al viento frío
afilando sus instrumentos como tenazas, de nubes y piedras infames
oscura, como siempre
puta, como desde nacida
tarareando una canción nueva de hondonadas y valles
besando estatuas recién desenterradas, por las manos calientes de dos desconocidos
el pelo hirsuto de beber el lodo
su vientre hinchado por la gula repetida
mareada, de alcohol, maíz y bruma
verde, la ninfa
rosas, los arcos del paisaje

Se sacudió el agua al salir del fango,
pegado de barro a sus curvas,
y gritó desgarrando las cuerdas vocales
la tan ansiada pregunta:
¿Ninfa o ninfómana?

Poema parido el 13 de noviembre de 2006, en las Nubes, Teposcolula, y leído en el Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México, el 14 de noviembre.

Gato azul
















un gato azul devora un bollo de estambre a la mañana
como engulle –de noche- la piel disecada de su colega minina
los ojos se le pegan a las sábanas, bosteza molesto al tener que abandonar la cama
esparce espuma de afeitar sobre su pelaje, para apartar el vello del trasfondo
lava los rastros blanquecinos de la humedad de los revuelcos nocturnos
recuerda -con todos los disgustos- el frío de la loza
el hielo que lo hizo tan temprano erizarse
hace cuentas abruptas de lo largo que le depara la jornada
se estira, contra su gusto, para espantarse la melancolía
y se tira un rato al sol, orgulloso
como todos los días

el gato azul prefiere no ser morado
disimula todo lo que tiene de cariñoso
lucha a contra luz para aminorar el amor que lo invade
y lo distingue de tantos otros gatos grises
tan tristes y solos

espera –entre masturbaciones- la llegada de la otra noche
para bailar en el entablado la próxima melodía
cómo ansío tu voz ronroneándome al oído
ese miau contagiado de agónica lujuria contenida

Ay el gato azul, tan poco probable
Ay la noche espesa, tan largamente añorada
Ay la luz de la luna sobre tu rostro agatado y azul
Ay tus manos de felino tímido sobre mis tetas y mis uñas
Ay tus gritos esféricos de éxtasis y confesión
Ay mis palabras para consolarte cuando devorás un bollo de estambre a la mañana
y tenés que abandonar –inconforme- la madriguera de mi vientre tibio

Gato















hay un gato negro muerto en la banqueta
con sus verdes entreabiertos
víctima mortal de agresores anónimos
o pestes superadas
era también la tarde
y la niña jugaba con el paraguas
pero no era la lluvia
ella corría para alcanzar el viento
mientras las muñecas dormían la siesta
y nosotros pensábamos agudos sobre cómo descifrar la eternidad

el tiempo de nuestras vidas
es la foto de un gato negro muerto en la banqueta
o una niña que juega con un paraguas cuando no era la lluvia.

Foto: Niños de Teposcolula.

Turgente

me siento turgente
babosa
conspicua

y el espacio abierto de piedra
donde otros más solitarios pasean
es una burbuja alentadora en este mundo frío
aún más allá de la lluvia

estoy desnuda y frágil
con los ojos abiertos ante los tuyos
me siento turgente
babosa
conspicua

Privado




















(Tan solo palabras a tu oído)

Las sábanas blancas tendidas en la azotea de una ciudad ajena
y precisamente esta ciudad muda por ahora y quieta
me abrió sus fauces como nos abrimos las piernas
el agua yéndose poco a poco
la luna gritándole a la coladera, inoportuna,
porque aún es de día para aparecer colgada en el cielo
pero trae el recuerdo de ayer

Ay, tus párpados y la noche
tus ojos pequeños viéndome desde tu –quien sabe cómo y cuándo- manera angulosa de querer/no sé de que forma exacta se descifra tu sigilo
todo lo que te digo, entonces, es desde ahora privado
quien comprendería sin juzgarnos el lenguaje que sin querer vamos inventando
cuando, tambaleantes, regresamos a casa
besándonos debajo de cada farol de esta ciudad, muda entonces y quieta,
frente a los extraños que de seguro nos están envidiando
al vernos rebotar entre los escombros grises del asfalto
borrachos y locos
arrastrando por separado las lágrimas que otros provocaron
y sabiendo que en el fondo cada uno está solo
pero que suave es por ahora la otra piel que nos cobija
pero que largas son las mañanas
cuando pintamos paisajes que no se asoman por las ventanas
cuando el mar lejano nos perdona la in presencia
y las palabras que no conocemos las inventamos
y cuando el agua fría no es obstáculo para rozarnos
y cuando cavernosos nos conmovemos de los poemas de amor que fusilan
este tibio invierno/que espero que sea largo
por que algo sin duda estamos construyendo
mientras tanto

Ay tus párpados y la otra noche
ay el paraíso momentáneo y sin cláusulas
quien le puso llaves a la inmortalidad de tus gestos
quien tuviera la combinación de la caja fuerte de tu corazón moreno
ay este espacio privado
en el que los dos
nos conmiseramos del verano

Ahora la casa está en silencio
y de vos me queda el olor a sándalo en la almohada
las manos húmedas que gotean
los secretos
que te voy gritando en privado
las cenizas que descartamos
para abrirnos la puerta
no importa cuanto dure
no importan los vecinos
no importa la edad
no importa si, todavía, nos estamos conociendo

Ciegos

Era la tarde
eran ellos dos, frente a nos
era el calor de la demora
era el sopor
el chico dobló su bastón para besar el brazo de ella
sus órbitas disentidas saludaron al techo del autobús donde nos conducíamos
las miradas de los demás se prendieron de sus cuerpos
y ellos, un solo arrumaco, se pegaron más el uno al otro
agitaban el sobre blanco de una buena noticia
cuando, solo con 20 años, podían moverse a su antojo entre nosotros

Las piedras del camino estaban calientes
y en la radio una canción de amor

era la tarde
eran ellos dos, frente a nos
era el calor de la demora
la búsqueda del alguien que esté a tu lado a pesar

ciegos, seguro, somos todos
una vieja frase
una vieja canción

Era la tarde
eran ellos dos, frente a nos.

Medianoche



el cuarto da tumbos
en medio de mi sueño con telarañas
y en el temblor de mis manos
las imágenes surgen mareadas
en la no vigilia estamos juntos/ nos damos besos/
nos hurgamos traviesos/estamos calientes
nos recorremos carnales en medio de esta niebla implacable
de esta lluvia que no cesa de arañar la tierra
la agonía de la eternidad me persigue/ en la humedad de la noche y sus goteras
mi aliento es ácido
y todo este olor a sexo te gusta

como enredaderas aparecen los pensamientos inconexos
de pláticas con personajes, de lámparas arruinadas en mis ojos
de futuros en islas desiertas, de historias de amos y esclavos
el aliento se vuelve más ácido
la baba corre por la barbilla
espesa la saliva trepa al revés,
de puro deseo

estoy profundamente dormida en vos
balbuceo palabras extrañas para los humanos
disimulo la estremecida piel y el pellejo
envuelvo mi cuerpo en las ropas frías/ en un par de sábanas que no alcanzan a darme cobijo
casi me visto –en el acto-, por la vergüenza, como si fuera de día
me cuesta reconocerle a los nadie que todavía y con el cuerpo te amo

la conciencia desaparece en este forcejeo de pesadilla dulce, de añoranza
tengo miedo de tu aparición continua en la habitación/de ésta, tu materialidad comprobada
después de largas ausencias y abundante rabia/ te desvestís conmigo
cada vez que me pienso menos/ logro sentirte más debajo de estas frazadas
los muslos se contraen/ la respiración pesada
la hiedra sube por los muros del cuarto
las plantas crecen pegajosas y oscuras

mastico tu lengua
la envuelvo en la mía
te digo al oído todo lo que hemos guardado
la complicidad de la habitación cerrada
la medianoche inventada al doblar los ojos
la no-vigilia/ el sueño profundo de los culpables

mis brazos están en tus piernas
tus piernas desparraman mis caderas
los estómagos se buscan
para disimular las clavadas que nos damos de centro a centro
nos penetramos callados
clausuramos las ventanas

el cuarto dando tumbos
en medio de mi fantasía con telarañas

Ella irrumpe, abre la puerta
su semblante de décadas contenidas y correctas
me descubre la turgencia y me provoca esa vergüenza como si fuera de día
salgo de entre las colchas y le pido perdón con la mirada
como si yo no tuviera diez años más que quince

vos estás escondido bajo la cama
mientras, yo vuelvo a mi almohada
para volver a soñarte en la medianoche
y seguir disimulando las clavadas que nos damos de centro a centro
ricas
y absolutamente imaginarias
(y es que el amor es una incertidumbre demasiado prolongada)

Volumen














7.07 p.m.
Desconozco en total tu estado actual o cotidiano
tu predilección de los domingos
-podría ser cualquiera-
sonreírle a las hormigas, contemplar atónito las lámparas en las ventanas
contar los aviones que pasan debajo de mi falda

desconozco ignoro evito saber
las historias que me precedieron
seguro fueron largas y dulces
las sábanas habrán sido tibias, las de entonces
-tu voz está cada vez más cercana al olvido-

Es difícil conversar contigo durante la semana
la luz es demasiado antigua
y las horas se suceden en la felicidad solitaria

desconozco cuál fue tu primer delirio
evito saber tus mitos
ignoro si tanta soledad no se te vuelve oscura
prefiero no saber si me equivoco
y las ninfas te visitan a menudo
si fuera aparición demoníaca seguro me colara entre tu carne
todas las madrugadas
te recuerdo cuando atravesabas las calles en contra mía
y busco en esta ausencia de palabras todas mis fórmulas sintéticas para decirte
me hace falta el café en las mañanas
el mediodía pesa a las pestañas
las páginas de los libros son a veces demasiadas
suelo perder el hilo que levanta mi mirada
ya van tres aviones que pasan arriba de la ventana
desde que te escribo en busca de ponerle sonido a la nada
desconozco si igual te fijas que alguien te extraña
ignoro si tu respuesta se quedará guardada
prefiero no saber si me equivoco
y todo amor es una enorme encrucijada
donde muchas veces los otros simplementee escapan.