sábado, febrero 23, 2013

Participación en la XXXIV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería


Es un gusto estar compartiendo en esta feria.

Sábado 23 de febrero a las 8 p.m. en el salón el Caballito.
"Arquitectura corporal".

Domingo 24 de febrero a las 6 p.m. en la sala Manuel Tolsá
"Poesía para el milenio".

Por ahí nos vemos.
Gracias :)

viernes, febrero 15, 2013

Aquí en el borde cúspide



Aquí en el borde cúspide

de un bocado impuesto

ahorcada

de cabeza

tras la sangre recién cortada

dejando ir a los congelados pájaros de la mente

truena al tueste la jaula

sale del pecho el vapor nocturno

restos             cenizas

la placenta de la realidad nos escupe

tropas de hilos desanudándose para crear

caos

funambulismo: insomnio de crestas puntiagudas

fuego

fuego en la mente

gajos de culpa para tirar a la hoguera

idea de caminar descalza

acólita del aire

una oportunidad para seguir secando al sol, el futuro

construcción fantasma

vano báculo de temores

¿algo?

algo agua ha de ser garganta

sígueme         lejos

vámonos

dolor de símbolos

el desvelo sabe a voces de pasillo de hospital

encendida la autopista de la mente

vámonos a un manglar para ser seudópodos     nubes de mosquitos

algo que libere este peso péndulo del tiempo

ácidos los ojos          las campanas del viaje sideral

el punto fino para tejer lo que existe        si somos algo

o tal vez sólo el cuenco que arde

debo

tras de mí gruesas gotas

goterones de párpados en asfixia

deja en paz la cicatriz de las sogas

dice el ahorcado que pende de cabeza

y quién entra por esa puerta

por qué no nos vamos

en un denso intento por dotar de un orden material a las cosas

vámonos

la meta es irse al aire


al aire

respiración

que vienes

ven.

jueves, febrero 14, 2013

Doce

Antología de los alumnos del Taller de Creatividad de la Licenciatura en Escritura Creativa y Literatura de la Universidad del Claustro de Sor Juana que tuve el gusto de coordinar entre septiembre y octubre de 2012.
Diseño: Daniel Malpica
Corrección de estilo: Emmanuel Vizcaya y Lauri García Dueñas
Prólogo: Lauri García Dueñas

miércoles, febrero 06, 2013

33

Cuando tenía unos seis años descubrí, sentada en el sillón mullido de la sala y mirando el reloj circular que colgaba de un frontispicio, que el tiempo no vuelve atrás.

Esa idea me persiguió y persigue, cada vez con menos angustia pero sin prescindir de ella.

Haber tenido veinte años fue un estado de gracia, sobrevalorado por el sistema de consumo de bienes simbólicos en el que habitamos, pero no por ello menos delicioso. Ahora que entré sin ambages a la prolífica década de los treinta, es más, que me dispongo a cumplir “la edad de Cristo”, quiero contarles que mi vida pasó por un estado repentino y  similar, simbólicamente, a la crucifixión.

Primero, apareció la angustia material y me puse a buscar otro trabajo para completar mis ingresos actuales, buscando algo freelancer terminé casi aceptando un trabajo de 38 horas a la semana.

Por suerte, mi propia intuición y El Muchacho se encargaron de recordarme quién soy y cuáles son las prioridades en mi vida. Si tomaba ese trabajo no podría preparar bien las sesiones del taller de poesía y el de crónica, regalo del que me ha dotado la vida y labor que está muy cerca de ser ideal para una muchacha como yo que además necesita muchas horas libres para escribir, hacer promoción y producción cultural, ir a sus clases de yoga y mirar las volutas de polvo caer sobre la realidad.

Las gestiones nerviosas de cambiar mi residencia a una ciudad lejana fracasaron, en el fondo, lo sé, porque no lo deseaba.

Tampoco me fui a estudiar el doctorado a Texas, porque una vez más decidí que, por ahora, quiero seguir viviendo en México, dedicándome a aquello de lo que mi vida depende: escribir.

En segundo lugar, me dio por compararme (suena música de suspenso) con amigos y amigas que tienen mi misma edad. Entonces, empezó a ser evidente que no me he reproducido y tampoco he acumulado posesiones materiales de gran valor monetario.  Decir que he escrito varios libros, no con pretensión, sino como un hecho fáctico, me hace recordar qué he hecho durante estos últimos años. Pero la conclusión más simple y evidente es que uno no tiene por qué andarse comparando con nadie.

El arcano mayor que se repite en mis dos recientes acercamientos al tarot es el colgado. Primero me asusté, luego Javier Norambuena, a quien dedico la palabra frontispicio del primer párrafo y tantos procesos vitales de pensamiento, me aclaró que el colgado está de pronto en esa posición que provoca hacernos preguntas. Dichas preguntas están recién cortadas, como los troncos que rodean a la imagen.

De nuevo, como en el viaje de peyote durante aquel verano del 2008, cuando el desierto no me dotó de ninguna respuesta, estoy de pie frente a mis preguntas.

Y frente a una idea recurrente que he masticado en los últimos tiempos: la realidad es independiente de mi propia voluntad. No se trata de resignarme pero sí de dejar de golpear el aire a puñetazos.

Para mientras, me quedaré aquí con mi nueva decisión de tener paciencia y aceptar la suma de hechos acausales que crearon la realidad arquetípica de mi ser actual.

Y es que me gusta este estado de excepción, haber encontrado al Muchacho, por fin, luego de tanta espera vital. Abrazar la posibilidad de ver caer el polvo como un bien metafísico.

Acepto lo que hay, lo que soy y lo que tengo, a pesar de mis limitaciones, que en el fondo no lo son, porque las cosas que creemos que nos atan no nos atan nadita.

Estoy orgullosa del talento de mis amigos y del amor que me profesan las personas a quienes amo. También, sigo teniendo junto a mí las consecuencias del acto más valiente que cometí en mi vida: irme a vivir a otro país y empezar de cero.  

No está mal cumplir 33 años, aunque, la verdad, el tiempo que no vuelve atrás es el mismo cada día.