lunes, enero 22, 2007

Los vencidos

Los vencidos esperan la media noche para hablar a solas
con los fantasmas anodinos
y auto compadecerse
para que nadie los escuche sollozar entre los almohadones
cuando no es necesario
que los demás se den cuenda que chapoteamos en el fango
más tristes que los tristes

Nadie por supuesto se pregunta por los vencidos cuando allá dentro hay tanta dicha
nadie se preocupa por nosotros cuando llega la hora de las bodas y las fuentes
mucho menos aquellos que quedaron enteros y entraron oriundos al salón,
a costa de quebrarnos las costillas y arrancarnos las uñas

los que nos quedamos afuera de esos salones de celofán –por ahora-
suspiramos convulsos
y agitamos un trago con aceituna en la antesala de la podredumbre
para saludar a la soledad que es la condena contemporánea de los abandonados

los vencidos somos así
exagerados para describir las lágrimas que nos provocó el fin del amor
el término definitivo de los contratos y las heridas con papel
insultamos
al gigante que hizo trizas las muñecas
con la frialdad del asesino
y el cinismo del traidor

la historia obvia totalmente la existencia de los vencidos
y los cuentos de finales felices no incluyen postdatas que nos narren
la frustración de la bruja que no pudo envenenar a Blanca Nieves
o la consecución existencial
de las hermanastras que lloran en los rincones del pan
por haber perdido al príncipe que se fue con la chica de la zapatilla

los vencidos tomamos de más
fumamos de más
y lloramos ridículos al repasar
las canciones de pasados inalcanzables y clausurados por nuestras odiosas muecas

los vencidos vamos por ahí mascullando maldiciones
arrastrando la nube negra de la que huyen los felices
y hasta los infelices
que consiguieron rozar los pies y explotar el polvo
para volver a ser los mismos

Y en la cruda tarea que consiste la recapitulación
esto es lo que queda de nosotros, los vencidos:
un montón de huesos de aves
platos sucios
pocos muebles
explicaciones
eufemismos de fraudes y fiascos
una caja con cartas de ayer

y sobras

Nosotros,

sal de cadáver,
esperamos
levantarnos
de entre las cenizas
recoger los vidrios rotos, cada vez más rotos
recuperar, por fin,
el temple que nos robó la derrota

y volver a empezar

Bestia dos




El sabio se sienta a la orilla de una laguna
la chica arma su carpa, es la selva del observante
el sabio habla de pájaros, chimpancés, avestruces y otros bípedos
la chica no tiene ganas de acostarse con nadie

El hombre elucubra sobre los penes de los rinocerontes
elabora teorías sobre las bestias en su estado natural o de putrefacción
en el atlas virtual de las actitudes consanguíneas
a ella le cuesta mantener la erección

Un hombre puede amarrar su vida y luego salvarla en el suicidio
‘guarda silencio te dije’
quién mató a los inocentes, la madre o la hermana
el perro o el amo

El mono cuelga de la rama
mientras el cocodrilo planea meter mano
antes que la naturaleza voltee la espalda
frase tuya, dicha en la inconsciencia del no-conocer-me

Mi reloj de mesa parece comerse el infierno con todo y los condenados
posee la efusividad propia de los hijos ilegítimos
y la justicia atemporal de los equivocados

El sabio observa la laguna
hay un silencio incómodo en el recuento de lo que dejó a su paso
la-mano-del-hombre
la chica no puede explicar porqué dejó de sentir el agua en su propia estación lluviosa

El sabio mira lo que dejó la bruma cocida de turquesas
la chica tiene frío y se oculta en la carpa
a lo lejos dos gaviotas representan las líneas octogésimales del caos
cuánto calor
¡A ella le cuesta tanto mantener la erección!