viernes, septiembre 26, 2008

No falten


A la presentación oficial de mi libro "Sucias palabras de amor". Museo Mural Diego Rivera. Alameda Central. Metro Hidalgo. Miércoles 1 de octubre de 2008. 7 p.m. Vino de honor.

Dulce dama lapislázuli

Una dama lapislázuli me observa desde la esquina del escritorio
donde esto escribo
desde la foto blanco y negro de su sonrisa detenida
también me escucha
no alcanzo a decir que todo le perdono
 
ella sí y demasiado.
 
Ahora que mi madre no puede mirarme todos los días
que añoro el sonido de sus tacones sobre las baldosas de la casa
espero ser también una alegre muchacha
esa muchacha con diferentes líneas en la mano
a la búsqueda de su propia sonrisa inmortal
antes de que alguien se lleve la torva de milanas de mi cintura
mis piernas rectas y aferradas
mi salamandra que crepita sobre los girasoles secos.
 
Ella, mi madre
también tuvo amarillos angustiantes
lápiz de labios rojos
una mirada que se dobla en el entrecejo
y se cuelga en la ventana
y tal vez
como yo
coleccionó incertidumbres
se mojó los ojos bajo los faroles
y tal vez
como yo
era una noche que perdía
que no se encontraba.
 
Madre, ¿llorabas de angustia?
¿resistías?
¿guardabas las hojas de los árboles entre los libros?
¿te desvelabas escribiendo con tu caligrafía limpia
la historia que te miro en la foto de la esquina?
 
Prométeme que vas a volver a la puerta del garaje
que nunca nos vamos a morir en la tarde
que puedo andar en piyama para comer pan
que mi papá y mi hermano ganarán en la montaña
que vendrán los años de gritar en la plaza
cuando ya no tengamos tanto miedo.
 
Decime
por qué las constelaciones
el mar
tus manos en mi pelo
tus ojos en mis ojos
tus lágrimas en las mías
tu sueño siempre aquí.
 
Por qué nunca entiendo las cosas
por qué la fuerza se me cae
por qué tiemblo
y cedo            
y soy infame, pienso
y me canso.
 
Explícame, dulce dama lapislázuli
furibundo abrazo de piel suave
alma de mí
por qué la luna se durmió
detrás del biombo.


miércoles, septiembre 17, 2008

vos me diste la parte más oscura del amor


vos me diste la parte más oscura del amor

el olor a sexo que no se borra de los dedos

las canciones de la conmiseración

los días más luminiscentes de la poesía

los dibujos animados suficientes para colmar todos mis domingos

todos los adjetivos que le faltaban a mis nombres incompletos

los hongos que se resguardan en los cuencos de los árboles

la sordera de los estupefactos

la soledad que se arrastra en el encierro de los débiles

me volví alguien a quien no conozco

tengo la rabia que tienen todos los rotos cuando flotan en las noches de la ausencia

y de qué sirve que me hayás quitado la codicia

para nada es útil que a uno le regalen todos los globos en el parque del gigante egoísta

y le recojan las muñecas rotas

para luego hacer collares con añicos

.

vos me diste la parte más oscura del amor

.

yo te la devuelvo, si me vas regresando

la claridad de mis ojos

cuando no te conocía.

claustrofobia número dos



según la caja de fósforos yo pude ser una aviadora como Saint-Exupéry

pero no lo soy

soy una poeta que intenta evitar todas las trampas de su propio lenguaje

.

tomo cerveza

en una casa cuyas paredes te oscurecen

hablo a solas porque la ciudad me enseñó que en medio del barullo no hay nadie quien te escuche

.

camino las calles mojadas del dolor

de hombres que agitan un palo en los huesos de su miseria

me vuelvo la muchacha con mapas en el rostro que hace silencio y pequeños papeles para aderezar un futuro que no conoce

.

no lloro, estás lejos

tan lejos estás que te sobrevivo, amor infame de juventud

página roja deshecha de pétalos

.

aprendí a cuidar pequeñas cactáceas y pequeños adminículos de amor

pero tengo vértigo de la soledad que me persigue guardada en estos muros

.

hoy empieza el domingo aquel que me radiografía las pestañas y enmudece cualquier ímpetu de superación

.

no quiero depender de tus manos

ni de la delgada línea que nos separa

.

soy Romeo en la ventana

pero vos no agitás el pañuelo en el balcón

.

no quiero ser pop

.

quiero decirle al foraminífero foráneo que no me suelte de sus microscópicos tentáculos

que me de más café

pero me hace daño

.

mi cama espera, revuelta como mis ojos

anclada y oscura como la parte derecha de mi abdomen

.

no sé qué pasa en mi interior

me convulsiono

.

todos hablarán de la esquina rota del llanto

cuando huir se vuelva necesario

.

yo no salgo, me gusta estar aquí

tejer las ruedas de mi carromato mágico

ser Alicia que come mermelada cuando cae por un túnel

escuchar mi voz mortífera de insomnios

.

porque solo aquí yo puedo ser

.

algo más fuerte de lo que crees que existe

en la calle cuba número doce

.

no siempre estaré a la espera de tu imagen volteando la esquina

tengo ganas de irme

a la arena azul del desenfado

a la perversa lejanía del olvido

.

estos huesos encerrados son lo que soy

no voy a intentar escapar

otra vez de mí.
.

*Foto: Charleen Arian por LGD.

martes, septiembre 09, 2008

Muchachas que lloran en la lluvia

llueve en el D.F. Cada vez que gano un poco de dinero extra me como un sushi. Ayer fue el caso. He estado pensando en las casualidades, aunque Edith Aron (La Maga) dejó de creer en ellas cuando Julio Cortázar (Horacio) le quitó el derecho a traducir al alemán sus cuentos. Estaba ahí en el segundo restaurante de sushi de la ciudad que me gusta (el primero es el de Viaducto sin duda) y en la misma mesa en la que el gato azul y yo estuvimos sentados hace ya varias semanas, había una muchacha que lloraba como yo en esa ocasión. Pero no era solo eso. Tenía más o menos mi misma edad y el mismo corte de pelo que yo, nada nuevo, últimamente todas nos cortamos el pelo igual, más largo de un lado que del otro. El punto es que la muchacha de ayer lloraba y yo la miraba de reojo mientras leía "Diablo Guardián". Estaba con un tipo que no sé por qué me pareció un hombre casado. Y desde ayer que la vi llorar enfrente de ese señor que le hablaba mitad con ternura y mitad con autoridad, me he hecho el firme propósito de que si voy a llorar va a ser en el transporte público o en mi casa. Y en la medida de lo posible no voy a llorar de rabia, ni de impotencia, ni enfrente de ningún gato de ningún color, porque ayer en el mail que mandó Haydee decía: no se puede evitar el dolor pero sí el sufrimiento. Voy a tratar. La casualidad es que en la entrevista que recién publiqué de Saúl Ibargoyen incluí el siguiente poema de su libro "Rojo es el silencio". Lo transcribo y quiero dejar en claro que la entrada de este blog está dedicada a todas las muchachas que lloramos en la lluvia y en los transportes públicos y que en la medida de lo posible esto no nos vuelva a ocurrir porque como dice el libro favorito de Eva, cuando uno menos se lo espera aparece el árbol rojo, esa maravilla que siempre soñamos y que nos hace entender que la vida tiene sentido. Ya me puse sentimental y mejor los dejo con el poema de Saúl:

Para una muchacha en la lluvia

Usted tú vos señora señoría

señorita vuesa merced doncella

sacerdotisa actriz astronauta

viuda virgen profesionista amadora

amante sirvienta sibila emperatriz

mendiga moza del partido campesina

cocinera poeta suripanta:

cada día de cada noche

he visto

cómo las lluvias

de esta desplomada ciudad

ensucian también

todo su llanto

suyo de usted

todo tu sollozar

tuyo de ti

todas vuestras

nuestras gotas

y chorros y humedades

y lágrimas.

-----

Otra casualidad del "dios azar", yo que escribí el poema "el gato azul" -uno de mis más queridos-, recibí hace poco de alguien increíblemente mágico y especial el poema "el gato rojo". Valgan las gracias para ese lector aventajado y para Eva por leerme ayer el cuento más lindo de mi vida.

miércoles, septiembre 03, 2008

ejercicio de arena

A Fanny, por hacerme reír un día en que lloraba tanto. Por la sabiduría de señalar mi inconsciencia de diluirme al amar, tan al estilo del siglo XIX. Con cariño:


la venganza es un deseo compartido de los hombres

como la angustia temporal por las gotas de lluvia

.

nos apremia el movimiento de los dedos y las imágenes

somos sombras que atentan contra los amos

.

qué puedo decirte ahora que miras el mar que me falta

marasmo, maremoto, marimba, atardecer indómito

.

mientras

la ciudad te espera llena de espanto

y de venganzas pequeñas de pájaros

.

camino la medianoche sin ninguna brújula

y me sucede una vez más que no calculo la lluvia ni la madrugada

.

no quiero ser una dama del siglo XIX

no quiero desaparecer

antes, que me obliguen

.

repito en voz alta los poemas que me gustan

e intento no ser una línea de nieve blanca

que otros esnifen

.

soy arena de otro costal

del libro que leo, el absoluto malvado

.

calculo mis maleficios

el infinito de mis yerros

y me asusto

.

guardo mi luminosa penumbra

la cuido de mí que extiendo el círculo

que dilapido la ciencia y las piernas

que soy feroz cuando me hieren los que amo

.

no quiero convertirme en la estocada final

no quiero matar los pájaros

.

estoy invocando al diablo

estoy al borde de irme

de irme para siempre

de hacerme irredenta trapecista en fuga de carromato

pero no puedo

.

quiero salvarme en el recuerdo de esas cosas marinas

decirle a los pelícanos que no olviden la sangre de sus encías

apelar a lo natural de la gravedad y el polvo

.

mar maremoto marismo mármol

recuerdo del deseo y del viaje

acantilado puntiagudo

persígueme

.

dilata el sol

oculta la luna y la noche

no nos abandones a nuestra menuda voluntad

no conjures al diablo

.

que se vaya

que se vaya el sabor salobre del desengaño

el despecho de los muertos

la morada azul de los vencidos

.

deja al tiempo vivir en desbandada galeónica

los rayos en vertical caída

la tierra donde la pise

el viento donde lo alcance

.

dime lo que tienes guardado en la punta de la lengua

en el reloj de arena que siempre cae

avienta la última piedra al fondo

ahorca la duda, date la vuelta en la cama

.

no me dejes morir en la víspera

vámonos otra vez al mar.

lunes, septiembre 01, 2008

transporte público número dos



adoro las tardes en las que tus manos se convierten en los cuencos
de mis inquietos colibríes
.
la luz es la tibieza de las sombras
.
me cuelgo de los arcos del metro para decirte con la boca
“hasta pronto, descansa”
.
quiero ser un poema feliz
ninguna esfera de súplica
.
tengo seis años y lloro en la ventana del autobús para lograr mi espacio
pero voy a crecer
seré una explosión de tiempo transportándonos
dibujaré las líneas zigzagueantes de tus cuerdas
.
quiero ser el perro que camina pie de la cuesta
o el que vive en mazunte comiendo pescado
un animal líquido que no responda a la gravedad
algo fantasmal que a nadie incomode
los cables de los que se engancha el trolebús
el ruido de la ciudad subiéndose hasta un quinto piso
.
todo lo que anhelo y olvidé a punta de abandono
.
voy a crecer, les dije
ya no voy a llorar en las ventanas al caer la tarde
seré el sonido aniquilante de todos los momentos que nos duelen
.
pondré huellas de gaviotas en los lugares comunes
para rodar los torniquetes sin que lo noten
y andaré por ahí vuelta un ave pequeña
.
quiero sanar
ser el ribete de una nube de lluvia
un graffiti de amor en Miguel Ángel de Quevedo
la angustia de nuestras citas
el roce de dos cuerpos desconocidos/hasta el día en que me senté en tus piernas
.
quiero ser el transporte imperceptible de tu tiempo
un beso suave debajo de tu lengua
.
los pájaros
que se refugian
en el cuenco de tus manos.