lunes, junio 30, 2014

XI

Espíritu, la palabra
algunas luces rebotando en las paredes
tal vez las oraciones o la idea
de preguntarnos por el signo y la lengua
que se extiende para multiplicarnos
en el bosque.

La lluvia
seguro
pero no la palabra ‘lluvia’
sino el agua que rebota contra el cuerpo
tu cuerpo y el mío avanzando por la calle
desenrollando el tiempo que nos hiere con su hiel de certezas raídas.

El capullo
o la verdad que se encuentra dentro del capullo.

La flor
o su recuerdo de viejos lirismos.

Esta madrugada y dos sombras en el habitáculo
del susurro de tus juegos y estas teclas.

El beso
o la naturalidad del beso que no se pide
sino que se deshoja.

Espíritu, la ciudad viéndonos con sus ojos inundados
la tormenta sobre las sienes y los árboles de nuestra calle
-esta, la que hicimos nuestra
con paseos supersticiosos y zigzagueantes-.

El silencio
el silencio que nos envuelve en el capullo de los charcos
la mirada afilada para sortear los obstáculos
o las personas amenazas.

La garganta
la garganta a veces volviéndose raída
(la voz es algo que se desgasta
si se le permite la rabia).

El deseo
el deseo de que las certezas nunca sean las mismas

después de la tormenta y sus charcos.