domingo, enero 20, 2013

“Terapia de vuelo” o me gusta leer poemas que se sientan como que me están metiendo mano

Acabo de terminar de leer el libro  “Terapia de vuelo” de Eduardo Ribé  y siento como si me hubieran metido una mano en el esófago y jalaran mi estómago hacia arriba.

Me gusta leer poemas que me hagan sentir como si me estuvieran metiendo mano.

Estamos frente a un libro que; gracias a su sonoridad, a sus ráfagas intermitentes que lo tumban a uno de a poco y que en el suelo todavía nos permite gozar en el masoquismo de un dolor bien humano; nos descoloca, no quedamos impunes, leemos de corrido. Entramos en estado de devoramiento.

Imagino al autor pegando papeles en un pizarrón de corcho e intentando discernir cuál era la urdimbre de la estructura de su libro. Me acordé de Blaise Cendrars: “Estoy acostado sobre una manta de viaje/colorinche/como mi vida”. Y es que en este libro poesía y vida se confunden comprobando que como sostenían los artistas Povera: “no hay una diferencia esencial entre el arte y la vida”.

En primer lugar, deseo comentar que en este libro hay una masculinidad evidente, no restrictiva, en la concepción del mundo y en el catalejo con que se mira a la Otra, la deseada:

 

la venida de los dioses

en los labios mágicos

de una venadita que hace llover

y de paso

llorar

y de paso

el eco de una serpiente en espiral

al teñir los bordos ángulos

de un verano que nunca terminó

de terminar

 

O cuando nombra a la entrañable:

 

muda y lactante venadita

 

Y  es que para la voz  poética es importante:
escucharte el animal

para posteriormente invitar:

llégale a mi garrocha
 

Sin que todo este lenguaje coloquial reproduzca alguna intención excesiva de poder. No.  Al contrario, es una invitación a subvertir el orden del mundo.  Un imperativo:

 

batan chance de alas

 

O bien:

nada de que ya mero

el cosmos espera

 

Y la invitación:


ora, aletéyele, compadre

En el libro, persiste esa resignación budista de entregarnos a lo que no podemos controlar:

 

Por ejemplo:

 

vara aguanto

O: 
 

y si a dios se le duerme no hay bronca

 

 

Existe además un trabajo deliberado en el ritmo a lo largo de todo el poemario. De un ritmo preocupado por la lengua que se dobla:

 

asociación disociativa de símbolos

 

 

en morfema de modo accidental

 

 

bi infinitivo

 

 

la santa madre ponética

 

El escritor nos demuestra que su escritura ha creado ya la mancha, la desgarradura es evidente en los textos “Pido pedir” y “El mareo de mamá”.

A mi juicio, “El mareo de mamá” corona el libro. Un poema que cae con todo su peso frente a nosotros.

Al final, a pesar de la desolación a la que fuimos sometidos (pero las esquinas me tumban), como lectores no dejamos de respirar tranquilos porque sabemos que  la voz poética ha prometido que:

 

de cualquier tumba me vuelvo a levantar

 

Ahora, queda la responsabilidad, como en todos los que escriben, de que los hallazgos del lenguaje y estos textos tan rítmicos y vitales sigan guareciéndose en el oficio. Celebro así que este libro y esta mancha existan sobre la Tierra.

 

 
Lauri García Dueñas.
 Jueves 17 de enero de 2013, Santa María la Ribera, Ciudad de México.

 

sábado, enero 05, 2013

Chic


Miércoles 2 de enero de 2013

 
Los senos bajo la blusa han empezado a crecer

las pústulas de su cara desaparecen cuando se ríe

su pelo corto es de erizo negro.

 

Chic está sentada en la banqueta de la frontera de ciudad Cuauhtémoc

un niño todavía de brazos la señala y repite su nombre:

Chic, Chic

la señora que vende tacos de papa

riéndose, le pregunta al niño:

¿Es tu novia?

No, responde y la llama:

Chic, Chic.

 

La niña camina descalza

sus ojos están perdidos en ese espacio diferente de la mente que algunos conocemos

saluda y sus ojos son grietas cálidas hacia otro lugar

dice adiós pero retrocede

ha visto una vagoneta llena de turistas

rompe a abrazarlos a todos

poseída

se ríe

Chic, Chic

algunos se apartan porque está sucia

y un espacio diferente en la mente siempre apabulla

pero ella insiste en su cariño arrebatado.

 

Un hombre mayor se vuelve niño y se deja llevar

un hombre joven se desinfecta las manos después del abrazo.

 

Chic nos dice adiós.

Adiós, Chic, adiós.