miércoles, diciembre 16, 2020
viernes, octubre 30, 2020
domingo, octubre 25, 2020
“I want to be forever young” o mi dilema existencial por Adrián Alejandro García Segovia
Estudiante de Economía en la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA) Nació en San Salvador, El Salvador, el 6 de julio de 1996.
“I want to be forever young…” Tenía 14 años cuando escuché y disfruté ese inicio de coro por primera vez. Como un favor de la vida; mientras lo volvía a escuchar durante esos momentos luminosos y abundantes de risa, bromas y joda, que un chavo siempre atesora; intercambiamos besos con quién compartíamos sentimientos hacia la canción. Con una melodía compuesta por una armonía casi perfecta y una letra que con seis palabras (ignorando el resto de estrofas y escrita en un idioma ajeno), me hacía sentir un éxtasis propio de un adolescente, disfruté la canción ajeno al estado de nuestra formación económica y social.
Como una broma de la vida, se reproduce hoy, estando yo un poco más viejo, en medio de una plática sobre la realidad que se percibe entre nuestros/as compas y que se nos viene encima. Hace casi dos años, inicié mis estudios de economía (luego de un cómico ir y venir entre lo que efímeramente disfrutaba) y recuerdo que, desde el inicio, nos presentaban como ejemplo las grandes crisis económicas que el mundo ha atravesado (tomando en cuenta que el mundo es E.U.A y Europa) y cómo grandes pensadores y políticos implementaron sus propuestas para superarlas.
Sin embargo, entre todas ellas, hay dos que me interesaron más que las demás: 1929 y 2008. La que me tocó vivir sin saberlo cayó sobre una rama que se asumía (como todo en la economía “común”) era completamente sólida. La otra, porque su superación implicó una guerra que desangró a la humanidad (aún más), alcanzando incluso a quienes vivían en este olvidado país.
“Heaven can wait…” Va la canción, mientras escucho cómo hay compañeros sindicalistas que escogen el alcohol producto del razonamiento: 'el patrón no me dio nada, la cosa está difícil ¡vamos a chupar…!' … Y, mientras, las compañeras sindicalistas recurren al comercio informal para que el hogar no sienta la crisis que ya se percibe. Nada raro de nuestra FES ¿Cierto?
Mi interlocutor cuenta: “Hace un par de días tuvimos una reunión con los jefes (de una maquila) y nos dijeron que están poniendo a la gente a mover cosas, a hacer limpieza, a hacer cualquier cosa… pero que es un hecho que recortarán personal ¡O sea, nos lo cantaron pues...!”.
La crisis económica es un hecho. A través de un recorrido en auto por la ciudad, he podido observar negocios cerrados, gente mendigando (lo común pero esta vez con mascarilla), niños vendiendo mascarillas y atomizadores. Normalmente, suelo viajar en autobús, pero si tengo la oportunidad, estaría demente si no evito esa condición ¿Cierto?
Continua mi interlocutor: “Puta, te pongo de ejemplo, nosotros dimos todo por nuestra gente (quienes están sindicalizados). Y en una de esas estábamos hablando con un señor que no forma parte de nosotros y nos dijo que si se mete al sindicato lo van a despedir ¡Si no se mete lo van a joder! Le quería decir yo…”
Reflexiono que la universidad está muy cara, que aun cuando he querido vivir Forever Young, deberé dejar de desear ese estribillo. Pronto tendré que monetizar (de nuevo) una de las pocas cosas que he logrado hacer con éxito en mis cortos años: aprender idiomas y, en especial, el 'maldito' inglés.
“Let us die young or let us live forever…”. Siento un cierto enojo, pues para esta situación tenía que haber estado preparado desde el momento en que decidí vivir entregando lo que pueda por mejorar el mundo. A su vez, quería vivir sin asumir dicha responsabilidad.
- “¿Cómo crees que se saldrá de esta crisis?”
- “No sé, si te comento, varios empresarios que a inicio de año estuvieron peleando con Bukele, ahorita ya le empezaron a sobar los huevos. Andan buscando no pelear con el mandamás. Además, si te ponés a recordar, generalmente, las crisis caen en el sector financiero, esta vez ha caído en el sector industrial, porque la gente no ha estado yendo a trabajar. Además, solemos salir -de las crisis- mandando gente al norte para que nos manden remesas, la semana pasada México mandó gente de regreso para Centroamérica. O sea, ni los dejo entrar pues.”
"Do you really want to live forever, forever and ever?..."
Cuando inicié en la universidad (la última vez) conocí a unos chavos/as que estaban en una organización que llevaba el nombre de un señor del que escuché hablar durante todos estos años, el cual defendió siempre la solidaridad como valor para salvar a este mundo. Había sido amigo de un viejo odiado y amado que de niños nos cargó a mi hermano y a mi antes de dar un hermoso discurso sobre el panorama político. Me gusta pensar que es más amado que odiado.
Recuerdo entonces cómo, hace unos meses, pude ver cómo la solidaridad; objetivada en duralitas y comida; ayudó a mujeres, niños, niñas y hombres, quienes vivían incluso en las cicatrices de la tierra, a sobrevivir frente a la ausencia de ayuda y tiempos sin tormentas. Esas personas nunca tuvieron mi dilema musical.
Veo cómo las personas más hermosas que he conocido están apostando a una soberanía alimentaria propia y ajena. Veo cómo las personas más horribles están buscando únicamente su propia sobrevivencia y júbilo.
"Some are like water, some are like the heat
Some are a melody and some are the beat
Sooner or later they all will be gone
Why don't they stay young?"
¿Cómo debería vivir ahora mi juventud? ¿Bajo una idea comprometiendo a los demás seres humanos a esta? Realmente, no lo sé.
sábado, octubre 24, 2020
martes, octubre 20, 2020
lunes, septiembre 21, 2020
domingo, septiembre 20, 2020
miércoles, septiembre 02, 2020
viernes, julio 31, 2020
Nacer en pandemia. El día en que naciste, Darío.
2020
Sábado 25 de julio de 2020. Fraccionamiento Libertadores, Acapulco, Guerrero, México.
Nacer en pandemia. El día en que naciste, Darío.
El día en que naciste era un viernes 17 de julio de 2020 en el Puerto de Acapulco, México. Dormí poco, porque el jueves estuve preparando nuestra maleta para ir al hospital y barajando los nervios. También estuvimos platicando con tu padre, no sé de qué exactamente, pero recuerdo que estábamos contentos y ansiosos. Se nos hizo temprano, don Reynaldo Ortiz, el biólogo marino que también es taxista, pasó por nosotros a las 6:20 a.m. Doña Petra llegó a las 6 a.m. para cuidar a tu hermano Agustín.
Antes de las 7 a.m. ya estábamos en el hospital, esperando a que abrieran la puerta. Habíamos pasado meses planeando tu parto en agua, tu parto en casa, explorando si podías nacer en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o en algunas clínicas particulares cercanas a nuestra casa, pero al final nos decidimos por lo mejor que pudimos pagar, la mejor cirujana y el mejor hospital que pudimos encontrarte.
Esa es una historia aparte, porque además del trabajo duro de tu padre y mío, el apoyo de tu abuelo materno, un premio por mi poema “América”, mucha gente cercana y lejana nos ayudó de manera personal o comprando un boleto de una rifa que te organizamos (“Umbral. Parto y posparto”).
Los artistas salvadoreños Rolando Reyes y Carmen Elena Trigueros y la mexicana Amaranta Caballero donaron tres de sus obras plásticas y Claudia Denisse Nava y Yuzzele Salgado los regalos sorpresa para los participantes.
Sin esos apoyos y esfuerzos comunitarios, no hubiésemos tenido para pagar los gastos médicos y varios gastos que se nos presentaron los cuatro meses anteriores de confinamiento y pandemia. Muchas personas estaban pendientes de ti porque nacías en medio de dicho fenómeno mundial, todas y todos queríamos que nacieras lo mejor atendido posible. Y así fue.
A las 7 a.m. entramos al hospital, pasamos a hacer los trámites y luego me llevaron a prepararme para entrar al quirófano, ahí me se me subieron los nervios y el llanto, tu padre me calmaba, un día antes le había dicho, a él y a mis padres, que no quería morir, pero que, si sucedía, vieran por ti y por tu hermano. También, dramática como soy, pedí que, si me moría, incineraran mi cuerpo y me esparcieran en las aguas de El Zonte, La Libertad, El Salvador. Pero tu padre nunca dudó que todo saldría bien y yo me así a esa certeza irrevocable.
Entré al quirófano y me acosté. Me puse en manos de la cirujana Rebeca Pérez Lugo, el pediatra Ramón Córdova, tu doctora, doula y guardiana del nacimiento, Natalia de los Ángeles, el anestesiólogo, el instrumentista y el asistente. Colocaron una tela azul que separaría mi vista de los detalles de la incisión por la que saldrías de mi vientre. Sin embargo, lo vi todo porque la sangre y mi vientre abierto se reflejaban en la lámpara del quirófano.
Antes de empezar, llegó otra vez el miedo y el llanto, tu padre tardó un momento en entrar al quirófano porque tuvo que colocarse el traje, el gorro y la mascarilla pero, desde que tomó mi mano izquierda, sentí que podíamos atravesar juntos el umbral. Me agarré de sus ojos que nunca nos soltaron, no compartimos más gestos porque todos llevábamos tapabocas. Vino la anestesia raquídea y epidural, el temor más grande de mis dos cesáreas, con todo y su catéter epidural, un aguijón punzante que atraviesa el inicio de la columna. Una picadura terrible pero necesaria para poder conocerte.
Natalia nos colocaba, a tu padre y a mí, aceites esenciales en el rostro, la calma y las lágrimas me llegaban y me abandonaban, ella me preguntó qué canción quería escuchar y yo elegí solo una que se repitió tres veces antes de oír tu llanto: el Gayatri Mantra por Deva Premal y Miten, la canción que más relaciono con la divinidad.
“oṃ bhūr bhuvaḥ svaḥ
oṃ tat savitur vareṇyaṃ
bhargo devasya dhīmahi
dhiyo yo naḥ pracodayāt”.
“Meditamos
en el Señor Cósmico (de luz)
para que aquella Luz del Alma
nos abrace
y alerte nuestras voluntades”.
Naciste a las 8:47 a.m. mientras yo cantaba el mantra, los doctores hablaban de cosas más mundanas y yo lloraba y te gritaba que te amaba y eras bienvenido. Tu padre no cortó el cordón, lo hicieron los médicos porque traías una circular alrededor de tu cuello. La doctora suspiró porque llegábamos en el momento justo, ya no quedaba ni una gota de líquido amniótico. Te pusieron en mi pecho para que succcionaras el calostro y yo lloraba de alegría mientras cosían mi carne. Ya nada me dolía. Los segundos más largos fueron entre tu salida del útero y tu llanto pero, desde que lloraste, todas las medidas y chequeos han sido exactos y perfectos. Habías nacido sano y con todos los dedos completos. Solo eso deseaba.
Te apartaron de mí unos minutos, te dieron tu vitamina K, te limpiaron un poco y te pusieron en brazos de tu papá. Luego, volviste a mi pecho y nos fuimos a una sala de recuperación y, aunque todo me dolía en esos momentos, el recuerdo del dolor ya empieza a desaparecer: la vena del brazo derecha canalizada, la sonda, la aguja y el catéter en la columna.
La alegría ha ido creciendo como espuma y pasamos a la habitación, a nuestra primera noche, a la dicha de amamantarte y a celebrar cuando, después del largo ayuno, pude primero tomar agua, té, una gelatina, y más tarde, comer unas sincronizadas, al día siguiente, pude tomar una sopa de pollo.
Empecé a recuperar mi cuerpo cuando retiraron la sonda de mis genitales, el catéter de la mano derecha y el catéter y la aguja espantosa de mi espalda y, a la segunda noche, aún con temor al dolor, pedimos el alta para irnos a casa, donde hoy, ocho días después, duermes a pierna suelta, mientras te observo y escribo estas líneas.
A eso de las 5:30 p.m. del sábado 18 de julio, don Reynaldo regresó por nosotros, y yo, “hecha tajo en la silla” (Alejandra Pizarnik dixit) de ruedas, me trepé a la idea y a la realidad de ser tu madre. Te llevamos a casa en una tinita verde llena de colchas de bebé y te tapamos del sol acapulqueño que arreciaba.
Tu padre apenas durmió el día en que naciste, creo que solo bebió agua y comió galletas, ya lo conocerás, es estoico y no come en los hospitales, no se apartó de nosotros ni un momento y se puso muy preocupado cuando regurgitaste. He vuelto a ver en él recovecos y estallidos de ternura que solo tiene con ustedes, sus hijos.
Tu hermano Agustín, de cuatro años, te recibió con la alegría que lo embarga desde el primer momento en que te vio. Suele repetir que “eres hermoso” y hace planes para enseñarte a comer, hablar, caminar, jugar e ir a la playa.
Aquí estamos, Darío, he pasado toda la tarde amamantándote, gozando de tu belleza, tomándote fotos o sosteniéndote en mi pecho. Nos queda toda la vida por delante. Espero que siempre encuentres en mí a la mujer imperfecta que soy pero que es tu madre y te ama desaforadamente. Te acompañaré a que escojas tu destino, el que no tengo pensado imponerte, a que seas hijo de ti mismo, a que juntos transformemos parte de la injusticia que nos rodea y vigilaré de cerca que no seas un ser violento o cruel, sobre todo con las niñas y las mujeres.
Espero que vengan muchas tardes como la de hoy, en las que yo simplemente contemple tu belleza y saboree el milagro de tu nacimiento. Gracias por venir, hijo mío, a pesar de estas circunstancias tan difíciles, no sabes cuánto te esperaba. Espero honrarte con mi vida, toda mi vida.
lunes, julio 27, 2020
martes, julio 21, 2020
viernes, julio 03, 2020
jueves, julio 02, 2020
De cuando expuse en el Museo Anahuacalli de CDMX
https://anotartemx.wordpress.com/2010/12/14/exposicion-arte-visual-iberoamericano-en-museo-anahuacalli/
miércoles, julio 01, 2020
lunes, junio 29, 2020
Uno de mis poemas en revista bilingüe La Presa
Traducción por Kimrey Anna Batts Página interior 42
Página de Issue 54
sábado, junio 27, 2020
lunes, junio 01, 2020
lunes, mayo 25, 2020
jueves, mayo 21, 2020
lunes, mayo 18, 2020
Homenaje a Roque Dalton en Argentina en 2020
Aparezco en el minuto 5 :)
https://www.facebook.com/RoqueDaltonCasadeTrabajadorxsyCentroCultural/videos/242685793675492/UzpfSTY2NTI2MjIxNDoxMDE1NzM3MTc5MjE3NzIxNQ/
Hubo una vez, un pequeño país...
Hubo una vez un pequeño país. El más pequeño de la América territorial. Pulgarcito, le decían unos, paisito, otros. Uno de sus hijos más queridos llegó a decirle “país mío, no existes”, tal era la suma de sucesos inverosímiles y dolorosos que sucedían en aquellas tierras. En ese país, las personas sufrían de ofuscación, la mayoría de las veces; de memoria a corto plazo, cuando menos, y más gravemente, de un odio enquistado por los años y las luchas fraticidas.
Lauri Cristina García Dueñas
lunes, mayo 11, 2020
Utopía del 10 de mayo
Que ninguna mujer sea obligada a ser madre.
Que ninguna niña o mujer se convierta en madre producto de una violación sexual.
Que ninguna madre sea víctima de la violencia de género.
Que ninguna madre tenga que buscar hijas o hijos desaparecidos. Que la interrupción del embarazo sea libre, legal y gratuita.
Que se respete la elección de las mujeres que no quieren ser madres.
Que todos los partos sean respetados, humanizados y gratuitos.
Que la madre tenga asistencia pública de salud, licencias de maternidad pagadas de mínimo seis meses.
Que los padres tengan licencias de paternidad que no sean de cinco días sino de seis meses mínimo. Que se atienda la salud mental en el puerperio.
Que no haya padres irresponsables económica ni emocionalmente.
Las madres queremos y necesitamos trabajos dignos. Bien pagados. Prestaciones sociales.
Basta de "mamá puede con todo". No. No es cierto y no debería. Mamá necesita contención y corresponsabilidad.
Que los compañeros de vida, las hijas y los hijos no sometan a la esclavitud de los trabajos del hogar a las madres.
Que las madres no dediquen tres veces más tiempo a los trabajos del hogar que los demás miembros de la familia.
Basta de sacralizar o satanizar a las madres. No somos santas, ni heroínas ni las culpables de todos los males de la humanidad.
Las madres somos mujeres, padecemos la condición humana y no somos solo madres. Somos humanas, complejas.
Las madres que desean tiempo libre sin su familia no son malas madres. Solo están cansadas.
No juzgues a tu madre. No la obligues a cumplir tus expectativas. No le demandes todo lo que necesitas. Ella tiene LÍMITES.
Asume tus responsabilidades como sujeto, no se las embarques a ella. No seas excesivamente dependiente de ella. No te conviertas en una carga.
No le recrimines por todo lo que hizo mal. Agradece lo que hizo bien. Somos imperfectas.
Déjala descansar cuando está enferma y cansada. Atiéndela. No seas tan exigente. Cuando esté comiendo, déjala comer. No le pidas nada cuando esté sentada o acostada. Las madres nos sentamos o acostamos poco.
No esperes que muera para decirle y demostrarle tu amor y agradecimiento. Llámala.
No le regales adminículos para profundizar su esclavitud doméstica. Regálale cosas que ella te pida y necesite como mujer.
No dejes que haga las tareas del hogar que te corresponden si ya eres un adolescente, joven o ADULTO. Atiéndete solo.
Si ya trabajas y vives en su casa, dale dinero mensualmente. Paga tu renta, tus servicios y tus alimentos.
Recuerda que, después de los 18 años, tu madre no tiene ninguna responsabilidad económica legal contigo así que si te apoya, agradece, no exijas.
No las dejemos solas en la crianza de bebés, niñas y niños pequeños. No la voltees a ver solo un día al año.
Si es tu pareja, no hagas que sea tu madre.
Si es tu pareja, trátala como mujer no como tu madre. Si es tu madre, no la trates como si fuera tu pareja.
A todas mis amigas madres y no madres. Felicidades.
Autora: Lauri Cristina García Dueñas.
domingo, mayo 10, 2020
viernes, mayo 08, 2020
miércoles, abril 29, 2020
lunes, abril 27, 2020
Gané uno de los premios Contigo a la distancia en México por mi poema "América".
Gracias, diosas.
Dedicado a ti, Darío, hijo en mi vientre, a tus seis meses de gestación.













