domingo, mayo 28, 2006

La sala fría

Totalmente aséptica, blanca y colmada de zancadas interminables y abrazos de bienvenida. Aunque lo peor –sin duda- son las lágrimas del adiós.
Por las puertas que dan a la carretera que la circundan salen los ansiosos a aspirar cigarrillos, compartiendo el viejo estereotipo de ansiedad con los pasillos de las salas de partos.
Las pantallas informan de aquellos que van y vienen. Las tiendas venden galletas con trescientos por ciento más del valor real, mientras el café capuchino y la Coca Cola Light se disputan las bocas de aquellos que abordan o arriban. Hay quienes prefieren envolver con plástico las maletas de sus vidas homogéneas. En medio de esta sala fría, ellos, se dicen adiós una vez más no sin antes prometerse segundas o terceras partes de la historia que desde hace años los puso “Manos arriba, no se muevan”. Nada de cursilerías, por favor. El otro –existencia bivitelina- aborda el avión que una vez más los separa.

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