
viernes, noviembre 12, 2010
jueves, noviembre 11, 2010
martes, noviembre 09, 2010
lunes, noviembre 08, 2010
lunes, noviembre 01, 2010
la verdad
la verdad es un compás desafinado algo imprevisto la fortuna que se tuerce de pronto en el discurrir insensato del desierto a la península una chica en tacones es empapada por un huracán la selva y un auto nadie está a salvo ya no pienses en el tiempo me dije es inútil y egoísta nada podrás hacer contra su cauce no quiero repetir las mismas palabras en conveniencia fácil basta de ventanas yo tenía una suma en la que me sentía cómoda pero tuve que atravesar la geografía para bañarme desnuda en el mar sin la persona equivocada la sal me cubría palmo a palmo y yo gritaba salpicada por las olas él me dijo algo sobre mi sustancia amable me susurró al oído ‘eres valiosa’ mientras la luna se mantenía clavada como un pequeño sol a la bóveda celeste esta sí es bondad me dije no un cúmulo de mentiras: las mentiras de los hombres me tienen marchita aunque no pierdo la credulidad ni los goznes estoy lista para dejar de equivocarme en lo que más necesito
jueves, octubre 28, 2010
la cuerda naranja
tal vez después de las malas noticias
tal vez después de los buenos amigos
y las cosas que aún después del fin nos destruyen
la mismas flores amarillas de la infancia
el césped húmedo sin la persona que amamos
un pasado reciente que se resiste a las fugas
la cuerda naranja donde tendemos la ropa
marca el muro limítrofe de aquella estrella y su influjo
los años justos para no sentirnos invencibles
la pregunta abierta sobre el tiempo y su entorno
el anecdotario que brilla en compulsión de palabras
un chaleco de fuego
un fumarse el amor hasta ver volar los aviones
la misma incertidumbre cabal de futuro
como me gustaría que estuvieras conmigo
pero si no estás no voy a sentirme tan triste
al final estoy sola y tengo el plan de escribirme
hay resignación y un poquitín de cinismo
que combatí en los hombres que creí de mi especie
el sudor en la ropa el boletín de noticias
un hombre importante muere al sur de la Tierra
la música constituye el patrimonio infinito
de esta espera crucial de independencia absoluta
a 2.722 kilómetros de aquí un montón de cementos
llueve sin mí la peste continua
de aquellos que duermen la noche sin concretar en el día su ansiado volumen
viva el arroz en el fondo del cazo
la casa está prendida
una extraña paz nos incumbe:
es la luz del abismo
la esperanza febril de que volvamos a unirnos a esa materia especial que nos ata
seré la última que caiga rendida.
miércoles, octubre 27, 2010
lunes, octubre 18, 2010
jueves, septiembre 30, 2010
V Encuentro Internacional de Poesía Caracol, Tijuana 2010
jueves, septiembre 02, 2010
El arte urbano como reivindicación social y espacial
Por Lauri García Dueñas. Escritora y Periodista salvadoreña.
Ponencia en el Centro Cultural de España de El Salvador en mayo 2010
El arte urbano es una reivindicación social y espacial de grupos –en su mayoría jóvenes- económicamente desfavorecidos que en países como El Salvador o México no han encontrado una plataforma formal de expresión o no han tenido acceso a lugares de exhibición socialmente reconocidos como museos o galerías.
Es el arte con todas las letras que persiste a pesar o paradójicamente empujado por los medios de comunicación pero que está siendo reapropiado y dotado de nuevos significados por sus protagonistas, mujeres y hombres que entienden que deben hacer todo lo necesario para comunicarse en un mundo plagado de incomunicación, donde se privilegia el capital y la muerte mas no la poesía, el videoarte, la música, el baile o el grafiti.
El arte urbano busca un lugar, un reconocimiento de autenticidad, aunque adultos, escépticos, expertos, críticos e intelectuales los etiqueten de copia o banalidad. Es el canto, la imagen, el ruido y la grafía de miles de jóvenes que quieren gritarle al mundo su inconformidad contra un sistema económico que los ha ignorado, convirtiéndolos muchas veces en la generación “nini” (que no pueden estudiar ni trabajar). O que los orilla a tomar empleos mal pagados, que someten sus anhelos y proyecciones vitales. O que los hace estudiar en un sistema educativo que premia la memoria y no la creatividad.
Si bien ciertas manifestaciones del arte urbano, como el grafiti, han sido tachadas por ser expresión de pandillas juveniles, la sociedad que se identifica como libre pensadora, y también la que no lo es, debería comprender que ésta es solo una excepción.
Es más, el arte urbano, que lleva ya varias décadas en su desarrollo ha llegado a ser representativo no solo de las clases populares, sino que en él han incursionado diseñadores, artistas plásticos o miembros de las clases medias educadas.
Esto último abona a su crecimiento estético y a su revalorización, pero no debe olvidarse que el arte urbano nació, es y será una forma de protesta en contra de la marginación a la que las ciudades someten a gran parte de sus ciudadanos.
Como una de las miembros fundadoras del colectivo internacional Las Poetas del Megáfono, formado por nueve mujeres jóvenes de cinco países que nos conocimos en México y que llevamos dos años y medio de trabajo en la promoción de nuestra obra y de la poesía en general; puedo dar fe que nueve chicas gritando poesía no siempre son bien recibidas por la crítica, sobre todo la literaria, que en gran parte considera que el lugar de la poesía son las bibliotecas y los coloquios donde la gente habla en voz baja. Nosotras diferimos de esa visión limitada de la literatura.
Es similar cuando se habla del grafiti, ya que muchos pintores consideran que éste es de menor categoría por estar hecho sobre muros. Y no lo es. Hay de sobra ejemplos de grandes artistas cuyo lienzo son paredes y su pincel, aerosol.
Con el colectivo de poetas urbanas, hemos explorado nuevas formas de expresión como el esténcil, que consiste en diseños dibujados en cartón y cortados a mano con cúter que luego son estampados en paredes o libros gracias al uso de pintura en spray.
Paralelo a publicaciones formales en editoriales, hemos hecho con nuestras propias manos nuestros libros, porque decidimos recuperar los medios de producción y ponerlos, no al servicio de editores o distribuidores, sino de nosotras mismas, las autoras.
Así mismo, hemos trabajado en conjunto con otros colectivos como Las Lunámbulas o la Red de Poetas Salvajes, o con otras editoriales cartoneras como Atarraya Cartonera de Puerto Rico y Santa Muerte Cartonera, de México, porque creemos que el trabajo creativo no es únicamente individual y el artista no es un ente que está creando, encerrado en una burbuja, sino que su influencia es más potente si se unen varias manos y varias gargantas.
Nos decidimos a crear Casamanita Cartoneira, retomando un movimiento urbano nacido en 2001 con la crisis económica en Argentina, el cual optó por utilizar cartón reciclado para hacer libros, pues la poesía y la literatura tienen la capacidad de sobreponerse al sistema comercial y la escasez.
Incursionamos en el performance y las artes escénicas, porque la transdisciplinariedad es el signo de nuestra época.
También hemos desarrollado trabajo educativo con maestros y personas que se muestran interesadas, creyendo fervientemente que el arte es un germen sensibilizador en contra de rutinas que hacen olvidar a los seres humanos quiénes somos y a dónde vamos.
Otra característica del arte urbano es que trabaja en conjunto con la comunidad y trata de retribuirle a ésta un poco de esparcimiento y conciencia. En nuestro caso, así como los artistas del grafiti, nos hemos tomado por asalto las calles para gritar y expresarnos.
Compartiendo también en localidades como Ecatepec, zona conurbana del Distrito Federal, con compañeras y compañeros raperos. Y así, siendo parte del arte de las calles que nace en contra de la exclusión social y la falta de espacios.
Controversial es el debate teórico sobre el arte y la cultura, como bien lo explica el inglés Terry Eagleton en su libro “La idea de la cultura” donde introduce varias de las acepciones que a lo largo de la historia ha tenido este término y otras polémicas sobre la alta cultura y la cultura popular.
Los artistas urbanos no están en contra de la llamada alta cultura, la que se hace con los instrumentos de la forma y la academia. Debemos reconocer que luego de siglos de existencia de la humanidad, el arte ha ido elevando sus técnicas formales de expresión.
Sin embargo, lo que sí exigen los artistas urbanos es que se les reconozca como tales y se valore su trabajo sin menosprecio intelectual o de clase.
Para aquellos que los tachan de vándalos, los artistas del grafiti, el rap y el break dance solicitan que los Estados, la empresa privada, la sociedad civil y la comunidad les cedan espacios públicos para su desarrollo.
Para aquellos que los presumen violentos o drogadictos, estos artistas aseguran que es precisamente su hacer el que les aleja de la violencia, en un país como El Salvador donde – a mi juicio- es preferible ser parte de una tribu urbana que miembro de una mara.
Acá quiero introducir una anécdota sobre un director de un instituto nacional salvadoreño que, en una entrevista para nuestra investigación, contrariaba esta premisa.
Según la opinión de este director, los emos y otros grupos de jóvenes no deberían existir, ni usar perforaciones, ni vestirse de forma diferente. Aseguraba que los menores de edad solo debían dedicarse a estudiar y ayudar en los quehaceres de su casa. Digamos, que esta postura es parte de una visión autoritaria y vertical de la educación, la cual ha distanciado a los maestros y padres de esta generación de jóvenes.
Y es que las tribus urbanas, son grupos de pares, que se reúnen identificados por vestimentas, música y gustos de consumo cultural y en su mayoría no fomentan la violencia sino más bien gestos de solidaridad entre ellos. Si bien hay roces con grupos rivales reconocidos como los otros no es la violencia o los actos vandálicos una constante en su actuar.
Tampoco trato de ensalzar o hacer una apología de las tribus urbanas y de los artistas urbanos, pero sí dejar claro que no pueden imponérseles las mismas categorías de análisis social que a las maras o pandillas.
Joshua Meyrowitz, profesor de la Universidad de New Hampshire, asegura que hace dos generaciones las personas reconocían como importantes los criterios de sus abuelos y sus padres; hace una generación se consideraba por lo menos las opiniones de los padres y en la última generación, los jóvenes les dotan de mayor injerencia en sus decisiones a sus amigos.
Algo que nos podría ayudar a comprender mejor este fenómeno del arte urbano es una carta reciente que distribuyó el artista mexicano Ulises López, invitando a los colectivos alternativos del D.F. a crear un CD de rap y poesía de libre distribución. Lo comparto con ustedes:
“Rap revolución a nuestro modo de ver es la vertiente social de un movimiento contracultural nacido en el seno de una de las sociedades más racistas y discriminadoras del Siglo XX: La americana.
Desde su gestación ha sido rechazado por los sectores económicos más privilegiados y ha crecido resistiendo las desigualdades de su tiempo, ya que a pesar de haber sido absorbido por la mercadotecnia a mediados de la década de los ochenta, los sectores donde nace la música más trascendental, de más contenido social, siempre es en los estratos más bajos, dado que los exponentes están directamente vinculados a los procesos sociales de sus comunidades.
La cultura, el movimiento nuestro, ha sido revolucionario por esencia, tanto en las artes plásticas, como en la música y las escénicas, otorgando propuestas enriquecidas con elementos simbólicos de las culturas nativas donde éste se desarrolla, multiplicando su colorido a infinitas posibilidades de creación y traspolando el arte a todo un modo de vida y una visión del mundo.
Hip hop como forma de vida, la cultura local y la comunidad más las ansias y la necesidad de creación”.
Los comentarios de López nos permiten recalcar la búsqueda de una reivindicación social y espacial por parte del arte urbano y sus protagonistas.
Espacial porque, como su nombre lo indica, nace y se nutre de su entorno citadino, extrae inspiración de la ciudad y la devuelve en forma de imagen, color, música, grafía o baile.
Lo dice mejor el poeta Gerardo Grande, fundador de la revista independiente Nostalgia de Pájaro Vagabundo de la ciudad de México: “El Pájaro: Vagabundo, nunca se queda inmóvil, se arrastra, lo arrastra la vida y el respirar de la ciudad. Porque está vivo. Porque de aquí es. Nada ajeno para él, y las calles, la tierra y el lomo gris de las avenidas, también las personas y otros vagabundos que buscan crear truenos, lo complementan de alguna forma”.
El arte urbano se apropia pues de espacios públicos o casas, algunas veces sin permiso de la municipalidad u ocupantes, pero en otras ocasiones con el consentimiento o apoyo de éstos, sobre todo en latitudes donde ya está siendo reconocido como válido.
Hace algunos meses fue muy sonado el supuesto descubrimiento de la identidad del famoso grafitero inglés Bansky, cuya obra se caracteriza por incorporar a edificios en ruinas o lugares de tránsito imágenes de amplio formato con gran calidad figurativa. Este artista incluye en sus grafitis, irónicos mensajes en contra de la autoridad y el estatus quo (es famoso su grafiti de dos hombres de la guardia real besándose), así como fantasiosos personajes humanos y animales.
Los artistas urbanos comunican lo imaginario de nuestra cultura, el inconsciente colectivo, símbolos y grafías extraídas de un mundo reinterpretado por los habitantes de las ciudades.
Gilbert Durand, en su libro “Lo imaginario”, hace un recorrido sobre el afán iconoclasta de la civilización Occidental y las consiguientes resistencias que durante siglos surgieron de las entrañas de la religión y el arte contra las manifestaciones de lo imaginario.
Finalmente, sostiene que lo imaginario es “lo propio del hombre” y “se define como la ineludible re-presentación, la facultad de simbolización de donde todos los miedos, todas las esperanzas y sus frutos culturales emanan de manera continuada”.
No podemos olvidar también el compromiso de calidad que cada artista urbano debe tener con su obra, independientemente de su área, porque como dice el escritor mexicano Gabriel Zaid, muchas veces el joven artista solamente está buscando la fama, la cual es la suma de coincidencias en la distribución que no siempre ocurren, entonces, lo único que puede perseguir y garantizar el artista es la coherencia interior de su obra y su aporte como tal a la humanidad.
Estamos pues, en resumen, ante un fenómeno cultural y artístico que no debe seguir siendo ignorado o minimizado por Estados, gobiernos e Individuos. Se trata más bien de rescatar su trasfondo reivindicativo y su afán por ser la expresión de los más olvidados en la dinámica de nuestras urbes.
Se trata de un movimiento imparable, de sangre joven que palpita en latas de aerosol, imágenes, poemas, baile y música. Su carácter es la transgresión y su cara la vanguardia. Choca contra una sociedad salvadoreña y latinoamericana altamente conservadora, religiosa y políticamente polarizada, donde se ha menospreciado desde hace años las expresiones estéticas y artísticas de los jóvenes. Donde se supone que se debe hacer todo lo posible para no llamar la atención, y si lo haces eres señalado con un dedo acusador por ser anomalía.
El arte urbano colisiona contra una sociedad en la que el muchacho de pelo largo o la chica con tatuajes siguen siendo muchas veces estigmatizados y discriminados.
Como sostiene el poeta mexicano Yaxkin Melchy, los jóvenes están cansados de eso y dice: “No temeré a que mis manos conozcan el aire de la difuminación No temeré al óleo ni al lápiz No temeré a la repetición de los sarcasmos No temeré al hijo crucificado en la copa de un girasol No temeré a los policías de la mañana ni a los motores del pensamiento No temeré a los cálculos dividendos de la sociedad comercial No temeré tres puntos No temeré tres puntos No temeré tres puntos No temeré dos puntos No temeré dos puntos Ya”.
Para ir cerrando esta ponencia quiero compartir el trabajo fotográfico de mi compañero Frederick Meza con quien el año pasado realizamos una investigación pionera, sí pionera, sobre las Tribus Urbanas en El Salvador y que pronto será publicada gracias al Centro Cultural de España, EL FARO.NET y Contracorriente editores.
http://elfaro.net/templates/elfaro/especiales/tribus/index.html
Quisiéramos hablar ampliamente de los resultados de este trabajo pero no lo haremos esta vez, para dejarlos con la curiosidad prendida.
Solo decir que el propio acto de nacimiento de las tribus urbanas representa simbólicamente ‘desenterrar el hacha de guerra’ contra la sociedad adulta de la que, de alguna forma, no se quiere formar parte” como bien lo señalan los autores de Tribus Urbanas. El Ansia de identidad juvenil: Entre el culto a la imagen y la autoafirmación a través de la violencia publicado en Barcelona en 1996, el cual es uno de los primeros estudios que abre el debate sobre estos grupos.
Entonces, anunciamos, próximamente estaremos compartiendo con ustedes un libro compuesto por crónicas periodísticas sobre emos, metaleros, punks, reggaes, hip hop, skateboards, otakus, parkeurs y otras tribus.
En el seno de dichos grupos encontramos expresiones de arte urbano, o de socialización a través de la apreciación de éste. Pero esa es otra ponencia.
Para terminar, una de las frases que más me impresionó durante los meses que conversé y conviví con más de setenta jóvenes salvadoreños pertenecientes a estas tribus fue la dicha por Mauricio Quijano, vocalista de la banda de rock metal “En memoria” citando oportunamente al poeta salvadoreño Roque Dalton: “Las nuevas generaciones vienen con los cuchillos afilados exigiendo qué hicimos en nuestro momento”.
Y hasta acá. Viva la palabra, viva la poesía y el arte que combate a los asesinos del mundo.
viernes, agosto 06, 2010
encadenadas las llaves de la luz
martes, agosto 03, 2010
Y así fue Medellín...

- La crónica tardía del XX Festival Internacional de Poesía de Medellín-
Todo empezó hace algunos meses cuando recibí la noticia por correo electrónico de que sería invitada al Festival Internacional de Poesía de Medellín. Mi reacción fue al principio de incredulidad porque yo decía eso de “algún día me invitarán a Medellín”, pero creía que esa invitación llegaría hasta muchos años después, cuando la experiencia hiciera cuajar más mis poemas y mi oficio se agudizara. Pero el honor me llegó pronto y había que asumirlo.
Ir al festival de Medellín, para un poeta, es como la graduación del colegio, es como para un boxeador conocer a Mike Tyson o para un niño mirar entrar por la chimenea a Santa Claus. Así me sentí yo.
Gracias a esa “buena estrella”, que no es tal, sino más bien el cúmulo de gente que cree en mí y en mi poesía, conseguí el pasaje México-Bogotá-México y llevé en mis destartaladas maletas algunos ejemplares del poemario “un error espectacular atravesado por avenidas e hipopótamos líquidos”, diseñado por Karla Aguirre y que contiene algunos de los extractos de “el tiempo es un texto indescifrable”, más otros poemas que consideré los más adecuados para leer frente a las centenares de personas que escucharían ávidamente a los cien poetas del mundo de 58 países que llegamos este año a la ciudad de quebradas limpias y cielos despejados.
Volé desde México D.F. a la 1.35 a.m. y llegué a Bogotá a las 6.35 a.m. del 6 de julio. A bordo de su jeep, la poeta colombiana María Tabares, poeta del megáfono, amiga entrañable, me esperaba.
Parte fundamental de mi aventura poética colombiana fue ser recibida por esta mujer de 52 años, quien dejó su carrera de publicidad para ser “escritora siempre” y quien me ha enseñado que eso significa levantarse todos los días, servirse el café, escribir, escribir y pulir y creer. Y entender, como dice la poeta más joven de Colombia – Mari Zapata de 15 años- que las mujeres que se dedican a escribir no tienen edad.
Luego de dos días para que Bogotá nos empapara, de comer ajiaco y otras delicias que empezarían a sumar en los kilos que subí en Colombia, aferrada a la ferviente convicción de que no pagaría un avión para ir a Medellín –acostumbrada a viajar hasta 27 horas seguidas al interior de México- me fui a la terminal y me preparé para las diez horas de autobús, sinuosas, mareantes, que me llevarían a mi destino.
La emoción crecía, a cada curva de la carretera que me acercaba a Medellín.
Llegué justo a tiempo al hotel, Luis Eduardo Rendón –uno de los titánicos organizadores de este encuentro maravilloso- me dio las primeras indicaciones, aventé mis maletas en la habitación, me eché agüita y me subí en un taxi con Jesús, Cristina, y la poeta colombiana Tatiana Mejía.
Hablé sin parar, como suelo hacerlo cuando estoy nerviosa, mientras acelerábamos en la avenida oriental en dirección al cerro Nutibara.
Lo que viví ahí esa noche superó cualquiera de mis sueños o expectativas. Al llegar, me senté en el escenario junto con los poetas que al pasar los días se convertirían en mis amigos.
Reconocí a Ophir Alviárez, de Venezuela, quien me presentó a Gustavo Pereira, uno de los grandes escritores de su país. A un costado platicaban los cubanos Oscar Cruz y Domingo Alfonso y se me apareció el carismático dominicano Rei Berroa, gran poeta y ser humano, a quien ya había escuchado leer en El Salvador.
Al frente, unas cinco mil personas habían llegado para escuchar poesía. Empezó la lluvia y la mayoría del público permaneció incólume. Las parejas se abrazaban, las familias se cubrían bajo amplios paraguas. El agua no restó el entusiasmo ni cesaron los aplausos cuando los poemas gustaban.
Salvo el poeta francés Jean Clarence Lambert (1930) que se endiosó en el micrófono y no lo soltaba, la noche fue maravillosa.
El culmen llegó cuando le tocó la hora de leer al poeta ruso, varias veces propuesto al Premio Nóbel, Yevgeny Yevtushenko (1933). El público guardó absoluto silencio, y el escritor acostumbrado a recitales multitudinarios en Moscú, cautivó a Medellín con el poema de la primera mujer que amó, viuda febril, y lo que sucede en el país de más o menos.
“Vivo en el país llamado Más o Menos,
dónde,
muy extrañamente,
no hay ningún partido oficial llamado ‘Masomenosista’…
donde ellos
leen a nuestros escritores clásicos… más o menos…”
Mucho menor que él, la inglesa Caroline Bird (1986), encantó con su poesía explosiva y tierna, bomba molotov de hadas masturbándose.
Y así inició la maratón poética de diez días, que me llevaría a dar ocho recitales, seis en Medellín y dos en municipios, aprender de los grandes escritores, performanceros, músicos, traductores y dramaturgos, que leyeron a mi lado y a los que conocí en las pláticas de pasillo, en las inolvidables noches de rumba o en las tardes de café y cerveza.
De todos quisiera hablar acá pero no me alcanzaría el papel. Bromeando con el también poeta, actor y traductor, Walter Artieda, le decía que iba a escoger mi top ten poeta del festival, lo cual sería injusto, porque fui atravesada por demasiada fascinación en esos días y porque mis percepciones, mi cabeza y mi corazón fueron puestos patas arriba más de diez veces en esos diez días.
Hablaré entonces de algunos de ellos porque hablar de cien es mucho. Comentaré no por orden de importancia, sino de memoria.
Viví pues constantes y mágicos descubrimientos, respiré aire nuevo para mi creación, me apasioné. Hay poemas que escuché en Medellín que todavía me siguen resonando dentro.
Escuchar a Yevgeny Yevtushenko cambió mi vida. Más allá de su aire esquivo, y de que no pude platicar con él porque siempre estaba rodeado de fans, comprendí que la poesía cuando es sencilla y habla del mundo es importante y contundente. Fue inolvidable su lectura de “Mi bandera roja” en el Jardín Botánico. La gente lloró, al escuchar ése y otro poema de una abuela indigente peruana. Yo también lloré.
Otra de las grandes lecciones de esos días es que la fuerza de la poesía mundial palpita dulce, agitada, comprometida y desquiciada en las gargantas de sus jóvenes poetas. Aparte de destacar el trabajo de Bird, creo que por lo menos una vez en la vida hay que escuchar a Julien Delmiere (Francia, 1977) cuyo poema “Rojo”, dedicado a Medellín en clave de rap, es uno de los delirios más hermosos que escuché:
“Recuerdos de antes de la aurora
cuando yo no era todavía
sino una lluvia de misterio, un escalofrío sobre la tierra
un fragmento de elemento –un montón de sentimientos
no verdaderamente definidos
una parcela de infinito…”
Teresa Colom (Andorra, 1973) quien a pesar de que no se quedó a todo el festival, dejó, a los que pudimos oírla, la belleza de las belugas, esas ballenas del Ártico, la elegancia de su forma de recitar y el rumor de su voz descansada que atravesaba como un cuchillo punzante el estómago: “Un león parece un león. Una araña parece una araña. Pero detrás de los ojos de un hombre te puede estar mirando cualquiera. Me han dicho palabras que se enredaron al cuello y han serpenteado en mis cabellos. A menudo he parecido más feliz de lo que era. Las sonrisas atraen el veneno de las serpientes”.
Andrea Cote (Colombia, 1981) Una aparición pálida de ojos transparentes y dulces. Me regaló su poemario China Town, a toda hora, una cajita de fideos poéticos que tengo sobre la mesa de noche para cuando los necesito: “Soy la punta de la estrella, y la cosa de papel que cae desde el aire en los aniversarios, el autor de la teoría de que el espíritu es el hueso que no se puede roer. Soy las ganas de romperse y decir algo…”
Por supuesto, Ophir Alviárez, poeta venezolana que acaba de publicar “Ordalía o la pasión abreviada” con el Fondo Editorial del Caribe. Desde que la conocí en Oaxaca en 2006, me gustó la energía femenina que emana de sus poemas como si fueran vidrios rotos, una especie de intrincado misticismo, su aliento antiguo, la denuncia de todo aquello que aplasta a las mujeres y su defensa desde el cuerpo. Es un lujo su blog:
http://www.solfayarabescos.blogspot.com/
Oscar Cruz (Cuba, 1979) Su poema “La derrota” me volteó las entrañas: “Uno no se mata por el amor de una mujer, escribió Césare Pavese en su Diario, a manera de adiós, después de llamar a varias putas. uno se mata porque un amor, cualquier amor, te revela tu desnudez, tu miseria, y tu nada. horas después se suicidó, en la misma habitación donde lloraba. es esto lo que importa tal vez: ni el mundo, ni las putas, lo recuerdan”.
Walter Espinal (Colombia, 1980) y “La balada del motel”, para nuestra generación de acostones en hoteles de paso: “Cogidos de la mano entramos como a una tarde de domingo. Y pronto las ropas cuelgan del perchero que no espabila con las acrobacias sexuales. Aquí la vela del amor riega esperma y luego se apaga. El deseo como un león sigue los pasos/ríe/ me considera su hermano. Pago entonces la balada del motel para el amanecer o el rato. Y yazgo/miro al techo/huele a flores/y de costado/por el espejo/contemplo su espalda”.
También tuve el honor de conocer a tres grandes maestros que recuerdan el significado de esa palabra: Homero Aridjis (Mexico, 1940); Piedad Bonett (Colombia, 1951) y Gustavo Pereira (Venezuela, 1940).
De Aridjis: “… que no hay mayor esplendor del gris que cuando la luz lo platea. Su respiración profunda es una exhalación… Y Dios vio que era bueno que las ballenas se amaran y jugaran con sus crías en la laguna mágica”.
De Bonett: “Significa que amo la curvatura de tu nuca, la momentánea luz del ojo, las doce vértebras dorsales y las cinco lumbares que imaginan las yemas de mis dedos. y tu hígado azul, el cráneo que encierra el cerebro que encierra/esa palabra/que quisiste decir y no dijiste/y tu miembro, que sueña su memoria/y el arco de tu pie/y la pequeña luna de tus uñas/y el ruido de tus vísceras que libran sus pequeñas batallas cotidianas”.
De Pereira, “Somari del viaje de regreso”: “Yo tendré algunos años en el 3002 y serán muchos para ti pero no demasiados en el vuelo de regreso. No habrá más años sino en el cuaderno donde escribo/ tu nombre para el olvido. No habrá ni siquiera un minuto para soñarte/ porque ayer habré despegado para siempre/ y tú serás tan vieja que no podrás derramar una lágrima/ y tan llena de escombros que apenas te sentirás vivir”.
El poema que más me gustó del festival fue el dicho en la clausura por John Agard (Guyana, 1949) el cual hablaba de cómo el ser humano debería de aprender de la vaca, que no siente envidia porque otras de su especie comen un pasto más verde que ellas, ni por eso hacen la guerra. “¿Mujes el mensaje?”, concluía el poeta.
Lina Castro, de Cuba, me invitó a leer, de la antología del festival, el poema “De la tejedora” de Juan Diego Tamayo (Colombia, 1968), y quedé impresionadísima, por suerte también lo leyó en la clausura: “… tan arduo me ha sido tejer la sangre de las batallas como los besos de los enamorados. Soy la tejedora. La que con sus hilos urde la trama de la vida. Y mientras canto, tejo y destejo el silencio de la incertidumbre…”
El poeta, baterista de jazz y actor, Jules Deelder (Países Bajos, 1944) fue uno de los personajes del encuentro, seguido en todo momento por los camarógrafos de la televisión de su país, sin bajarse sus trajes de dandy y su ceño fruncido.
“El poema es primicia. Derrota demoledora de equipo de cricket femenino. Equipo de cricket femenino otra vez aniquilado. Equipo de cricket femenino barrido del campo de juego. El poema a nadie obliga. El poema es un suspiro de alivio. Un taxi lleno de chinos. El poema es poesía”.
Uno de los poetas que tuvo mayor arrastre popular fue el nadaísta Jotamario Arbeláez (Colombia, 1940) con versos claros, cómicos y cotidianos que incluían a su mujer cambiándole la marca del whiskey mientras él creía que tenía cáncer, o la lista de sus varias mujeres de nombre Claudia.
Me conmovió el erotismo, el retrato vital y la fuerza de la poesía de Héctor Fagot (Colombia, 1961), además que siempre recitó de memoria, viendo al público a los ojos: “Ayer visité el barrio de la infancia/ y en la misma cuadra, de pie/ el brazo derecho pegado al viejo poste/ cerrados los ojos/ pronuncié el antiguo talismán de la alegría/ y salí a buscar a los amigos…”
Mención especial en mi corazón, la pulida y delicada poesía del conocido Esteban Moore (Argentina, 1952), lamentando no haber podido ir a sus talleres de poesía beatnik, por coincidir con mis lecturas y la semifinal del mundial (lo sé, soy lo peor pero fue un honor brindar con él en el bar del hotel -varias veces- y leer en la misma mesa) Su poesía, impecable: “Aquellas palabras del momento y aquellas otras que no supieron salir de tus labios. Han pasado los días y tantas noches y sabrás que siempre ha sido demasiado tarde”.
Otro honor para mí fue leer con el consagrado paraguayo Carlos Villagra Marsal (1932), y escuchar sus poemas políticos y de celebración a la naturaleza: “Un pájaro raspa el cielo equívoco de la atardecida”.
Me salvé, casi no platico con Udo Kawasser (Austria, 1965), también coreógrafo, que montó con bailarines de Medellín una pieza de danza animal llena de percusiones. Por suerte, también bailé con él: “¿De dónde sólo escombros de corteza ese silencio de las formas?”.
Me gustó mucho el poema leído en la clausura por Lasse Söderberg (Suecia, 1931) y Ángela García (Colombia 1957), pareja en la vida real, quienes se conocieron justamente en Colombia y se dedicaron mutuamente un diálogo erótico leído a dos voces.
Y la hermosa Imtiaz Dharker (India, 1950) pidiendo por la protección de la humanidad: “Protege la leche. Protege al niño que la bebe. Protege al seno y cólmalo. Protege a la mujer. Protege el esperma. Protege al hombre. Protege la semilla. Protege los naranjos. Protege a estos para empezar. Si me ofreces tu mano. La tomaré. Una, dos o tres, de ti. Tomaré todas las ayudas que pueda”.
Domingo Alfonso (Cuba, 1935). Inolvidable maestro quien nos habló de los grandes poetas de Cuba, de su generación, en un aula magna de la Universidad de Antioquia y dejó subrayada su carta de presentación. “No me gusta la vulgaridad ni la estridencia”, dijo.
“Esta mujer y yo terminamos. Ahora, dejando el desorden de las sábanas, Hemos mirado por la ventana hacia la calle. Un poco a la derecha/ Unos obreros componen una enorme valla/ Que dice: Todos con boinas rojas a la Plaza de la Revolución. Ella se vuelve al interior del cuarto de hotel. Yo miro sus nalgas color de tinta de imprenta. Siento lo que los hombres normales ante tal espectáculo: Doy gracias a quien corresponda por encontrarme vivo”.
También fue un gusto conocer a Nathalie Handal (Palestina, 1969), sobrina del fallecido comandante comunista salvadoreño Shafick Handal, cosa que me enteré por su boca en el parqueo del hotel. Bella y comprometida con la denuncia de lo que ocurre con sus compatriotas en la franja de Gaza. Su poesía citadina dicha en voz suave en su español adolescente y creciendo: “El viejo chino en la tienda de alimentos naturales en la 98 con Broadway me dice que la lluvia tiene muchas vidas…”
Cómo olvidar a my friend, Obediah Michael Smith (Barbados, 1954), con quien compartí dos lecturas, mi inglés tartamudo, dos comidas, un par de cervezas Club Colombia, sus confesiones al estilo Lolita de Kubrick, una caminata por el centro de Medellín, las imágenes de Botero y la admiración por su hermosa y erótica poesía:
“todo es robado, de veras/ el sol tardío sobre el mar/ mi intento por capturarlo/ por saquear esta tarde/de agosto.
Y al gran y elocuente Rei Berroa (República Dominicana, 1949) y sus poemas de paz,: “Si la paz se vistiera de paloma/dicen los expertos en humanos/con una sola paz nos bastaría/para darle sus alas a la tierra/haciendo del humano una paloma. No es mucho pedirle/a la paz o a la paloma”.
Mis aplausos para el gringuísimo Bob Holman (1948), también inolvidable con su rostro rubicundo, su sombrero, y la capacidad de hacer reír a mandíbula batiente a centenares de personas con sus poemas y una caja.
La guatemalteca Carolina Escobar Sarti (1960) con quien leí en el Teatro de la Librería Panamericana, y hablamos de nuestros vecinos países, algunos amigos en común, de periodismo, de su edad –que no aparenta- , sus hijos, la poesía, el amor y la vida.
“Expulsada del paraíso/ por acamar las mies/ por arrebatarle el lado oscuro a/ la colmena/por tenderse dichosa/sobre su lomo arqueado/ y despuntar/aún temblando.”
Casi se me olvida Jenny Tunedal (Suecia, 1973) porque aunque me la encontré casi todos los días, en casi todos los pasillos, le quedé debiendo una buena conversación. Me pareció la Björk del festival, vi su libro en la muestra, pero estaba en sueco. Su ser me desató una enorme simpatía y profunda curiosidad. Ahora, porque lo leí en la antología, sé que también es periodista -como yo- y que reflexiona sobre la soledad –también como yo.
“La pregunta que erróneamente se plantea, o la carencia de ésta da origen a una nueva soledad. A una solitaria furia. Esto también puede tener su origen en que nadie ha encendido tu fuego”.
No hubiera conocido a todas estas voces, sin que un ejército de unas doscientas personas de la Corporación de Arte y Poesía Prometeo, encabezada por el poeta Fernando Rendón, organizaran este festival, padre de los festivales de América Latina y el mundo. Y por alguna desconocida y agradable razón, me invitaran.
El lema: “El destino del hombre es un solo ritmo celeste”. La consigna, cambiar el mundo a través de la poesía. Un Premio Nóbel alternativo y varios premios internacionales bien merecidos a los prometeos a lo largo de ¡20! años. Impecable la organización, el público lo mejor de todo.
La clausura el 17 de julio en el Cerro Nutibara de nuevo. La lluvia todavía más recia. Unas cinco mil personas escuchando poesía, conmovidas.
Más información:
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/Intro/index.htm
jueves, julio 29, 2010
¿dónde quedan los cuerpos después del estallido?
las manos que te buscan de noche
el frío de la ciudad colándose por muros
estructuras ininteligibles de palabras
fiestas donde la gente se cruza se roza se multiplica
el desierto los perros en conversaciones de cocinas
ojos más ojos lluvia
el cuerpo citadino se desenrosca busca pálpitos
el cuerpo tiene insomnio melancólico prioriza
las maletas están en el suelo sin arreglar
el retorno es más que un concepto filosófico
afuera hombres se dedican a la construcción
suenan las alarmas de los coches
desatino
hoy, no quiero incidir en el mundo
me detengo
repito la palabra guacamaya
quiero vivir en tu paisaje
tengo tu rostro en la mano
lejos, el río
¿dónde quedan los cuerpos después del estallido?
miércoles, julio 28, 2010
eres como un retrato de luis caballero

así los ojos rebalsando y las cuencas en las sábanas
así la desnudez tuya del grafito y la sangre de tu cuerpo
y la sangre del orgasmo
imagen angustia imaginando tus dientes magenta marcando mis piernas
mi sexo va de río
el tigre duerme
suenan las campanas del agua
estás desnudo del aire
muerdes mis partes inferiores
mi alma convulsiona
acabo de escribir de un nombre su muerte
lanzado al correr pétreo de la corriente
el pasado agoniza
son otras las bicicletas las telarañas los hombres los insectos
quiero lamer tu torso en flor de loto
repetir las palabras de esta lengua extranjera
abarcar la inconmensurable espalda, tuya
eres como un retrato de luis caballero
negro el contorno
gris relampagueante la boca
un equino en absoluto litigio de lenguaje
un dios roído de precipicios
una voz dramática de noche
ulises penélope calipso los pretendientes muertos
un puente
un montón de cuerpos violentos
la muerte nos aguarda
no
la muerte siempre estuvo al costado
epifanía: una traducción posible al aimara
mi corazón está vuelto pájaros
la sangre de tu orgasmo sobre las piedras
sobre mis muslos
la grafía
el puente entre los muertos
tu cuerpo: el grito desesperado de la carne.
Medellín, 25 de julio de 2010.
viernes, julio 23, 2010
claro, amor
claro amor, yo sé de la marca que se imprime en la despedida
tantas veces ha sido el hombre arrollado por las distancias de kilómetros
no, claro que no, mi intención no es conmoverte de más o descascarar tu sonrisa o hacer de este día amarillo menos amarillo
pero sí claro
cómo no iba a llorarte como lloví entre tus dedos y el reloj
y anoche
no me riñás más
tengo dos obsequios de hilo
uno más comprado apresuradamente en la terminal
y un estertor acelerado y algo que se rompe sin hacerlo y una necesidad y una serie de recurrencias musicales
yo no estaba buscando esta suma de hechos
pero
te dejo mis cartílagos
la marca arrodillada de mis piernas en tu colchón
y mi humedad abierta
sobre tus muslos.
19 de julio 2010
Medellín, Colombia
yo tenía que conocerte
aquí, en el bullicio incoherente de las cosas
aquí, donde la lengua se multiplica y el mundo
calla
donde la fortuna es de hilo
y las palabras exclusas
y la fiebre, constantes gotas de sudor
uno viene al mundo
uno viene del mundo
habla de forma estrafalaria del tiempo
crece involuntariamente
mastica los miedos de forma constante
huye
de noche
alguien nos dijo qué ocurriría con nosotros
habló del vínculo y las historias
conjuró el amor de los cuerpos lustrosos los hoyuelos los dedos sujetándose
las terminaciones nerviosas el mareo el quiero escribir esto que nos pasa
yo tenía que conocerte llevarme tu rostro leerte la mano jugar a lanzar las preguntas
cederte mis moléculas yo presentí de antemano yo tengo el número yo digo en voz alta destino
y ocurre
qué más sería la poesía sino esta suma de hechos
tu cuerpo achocolatado y alto
las horas las nuevas palabras que los amantes inventan
si estos ojos brillan hoy sin el dolor antiguo e inmediato
si pierdo el contorno del habla si soy una sonrisa
si jadeo si escribo a deshoras
si la lluvia si el sol radiante
es porque yo tenía que conocerte aquí
en esta época
la vida es así
sorpresiva y espesa.
15 de julio de 2010
Medellín, Colombia
jueves, julio 22, 2010
lunes, julio 05, 2010
Colombia ¡Allá voy!
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/Festival/XX_Festival/Programa/index.htm
domingo, junio 27, 2010
¡Qué valor!

Ayer, 26 de junio, fue la marcha por el orgullo gay y las calles del centro del Distrito Federal fueron escenario de frenesí que contagió no solamente a la comunidad LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) sino a centenares de heterosexuales que se sumaron en una manifestación por los derechos de dicha comunidad, enarbolando en conjunto el valor de la tolerancia.
El recién fallecido escritor Carlos Monsiváis fue homenajeado con un minuto de silencio en la 32 edición de la ahora denominada marcha del Orgullo Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Transexual e Intersexual.
La fiesta terminó hasta la madrugada del domingo. La calle República de Cuba, donde están situados los bares gays más famosos de la ciudad (El Marrakech, La Purísima y el Viena) rebalsaba en muchedumbre. Hombres vestidos de vaqueros se besaban apasionadamente, mientras más allá dos chicas se apretaban en un abrazo de banqueta.
Marconi vendía cervezas de litro a manos llenas, y en su mostrador, la publicidad en rosa de la Fonda el Generalito mostraba el dibujo de dos revolucionarios de bigote dándose un beso en la boca.
Un hombre vestido de “La Calaca” (La Muerte), de sombrero y velo negro, era manoseado por sus acompañantes a la entrada de un bar.
En la calle Francisco Madero, una adolescente aprovechaba el entusiasmo para vender llaveros y peluches alusivos.
Más al sur, en la calle Londres de Coyoacán, donde está situada la casa de la fallecida pintora mexicana Frida Kahlo (quien fue abiertamente bisexual), tres hombres desplegaban listones gigantes con los colores de la bandera gay desde una azotea.
No solo una fiesta, más bien una protesta, gritaron los participantes de la marcha. Extender el matrimonio homosexual a todos los estados del país, la consigna.
“¡Qué valor!” sería una expresión para reconocer lo que se necesita para ser homosexual en México, país donde según organismos humanitarios hay un asesinato en contra de esta tendencia sexual cada dos días. El machismo mexicano, pues, no es un mito. Y hay que combatirlo.