sábado, agosto 29, 2009

citadina


más allá de la complexión externa de las cosas
las páginas amarillentas contienen las ataduras infames a libros sin título
la noche es un mural de diálogos no escritos
la música es la única rutina capaz de evitar que la soledad se nos acumule en las costillas
alguien envió una postal de Ámsterdam
mi cuerpo es una hoguera encendida
padecemos la vida
he encontrado una frase en la página doscientos cuarenta y cuatro
pero falta el fragmento que explique con exactitud la desesperación de esta ciudad ceniza

hay dos colonias Roma, al menos
y una distancia tirante entre dos desconocidos que aterrizaron en la misma época para ver llegar la madrugada en vasos vacíos

un colchón nuevo
los aguarda

el quinto piso de la colonia centro
te espera
ayer será esa noche

el aire está tibio
el sol de este hemisferio me mantiene
pensando en los domingos
en las terrazas
en el pan
y tus abismos

el vértigo es el lugar común de los vencidos

parimos el mundo con dificultad
estoy cansada de enumerar el pasado que me indigna, toda la serie de sucesos que ha hecho de esta relación algo marchito
no pienso que las cartas tengan algo que decirme
estoy buscando del futuro
el camino
atributos son
los de los niños
esto tal vez
no tenga sentido
quise decir que somos incapaces de ver lo que sigue
entender la frase que salta a la vista en la página doscientos cuarenta y cuatro del libro
saber algo más que las noticias
meter el dedo en el orificio más hondo del pensamiento y sus espinas
sentir el bulto del alma
en medio de la caja del tórax

el transporte público
las venas de las calles
la mendiga sin ojo
las bicicletas que atraviesan la avenida
el caos y el polvo
nos están gritando
que hay un hilo invisible que nos une
inclusive, en la complexión externa de las cosas
por eso esta pasión no puede ser extinta.

Yo nací en otra ciudad
Yo nací en otra ciudad
lluviosa y cálida
sola, como un volcán
pérfida de ternuras
ociosa, en la justa mitad del mediodía

sucia de nostalgia
descascarada
lúgubre devota
aburrida y plácida
llena de gritos de carretón
y truenos de escapes humeantes

comí pan
casi todas las mañanas madrugadas que despertamos al caos que me destripó
y siempre supe que
tendría que irme
adolorida
para respirar el gas de otra ciudad más ancha

y si de mi
la primera
obtuvo la traición
el castigo que hizo ella fue dotarme de su profusa melancolía
al volver a recorrer sus sinuosas empinadas de asfalto
su sol lleno de pericos que están muertos

ya no son sus cinco de la tarde
poco puedo hacer que me haga olvidarla
o conseguirle el odio por sus flores marchitas donde abundó el colibrí
que se paró frente a mí la tarde de hoy
solo el tiempo suficiente para atravesar
el recuerdo de aquel día en que yo
sin saberlo subí a casa rumiando sus bordes
su lluvia me empapó cada parte de
este organismo que ahora
con sus ojos bien abiertos
vuelve a verla.

Tus ciudades son trampasTus ciudades son trampas
espejos desvistiéndose sin futuro
excesivo oropel
máquinas maquillándose distintas
en días negros
coronas de espinas sobre las ubres de los borregos
sables mezquinos
hombres de escombros
civilización imprecisa
fracaso común

todo eso somos
habrá que decirlo
pero también la capacidad que persiste en la razón construida
a pesar del ilógico fluir de las cosas.

2 comentarios:

Sor Juanais dijo...

yo sólo sé que en verdad me da mucho orgullo que seas mi amiga.
eres una gran poeta y un hermosísimo ser.
te adoro.

María Tabares dijo...

Adoro tu intensidad a fondo de pura honestidad taladrante que huele a amor.

Lauri: As de oros, de corazón, de bastos y de espadas.

María