Ciudad de México, viernes 18 de abril, 10.44 p.m.
“Los poemas siempre huyen de los nombres, éste no”
yo vine a esta ciudad por mis propios pasos
solo traje dos maletas grandes y una intensa incertidumbre
el primer día, me perdí para llegar a casa
en el principio
comí huevos y verduras hervidas
me sentí sola al apagar la luz
arreglé mi primera habitación
lejos de los que quedaron atrás
caminé por Río Churubusco
y también me perdí, al llegar,
lloré frente a “Viva
en
y me reconocí en la primera amiga
que tuvo Frida: ella misma
fui a los bares pero también a la biblioteca
conocí a hombres pequeños
y me acosté en algunas camas
que luego olvidé
leí libros gruesos
hasta la madrugada
comí tacos
tomé mezcal
y me mojé las botas negras
que a casi nadie le gustaban
luego fueron aparecieron los nombres
la primera ya estaba ahí
me dibujó un mapa para ir a la universidad
la ciudad se llamó entonces Laura
lugares hasta la madrugada
confesiones entre películas piratas
galletas de chocolate
después la ciudad se llamó Leire
visita, café en la terraza, corazón
flores que sobreviven y sobrevivirán
al metro y a la lluvia
por supuesto que un día me quejé
de que tu nombre, César, estuviese tan adentro
de esta ciudad de humos asfálticos
y quise volver a casa
pero me di cuenta que ahora esta ciudad
es mi casa
sin duda, la ciudad de los nombres
también se llama Carlos, Oscar, Orus
chistes, madrugada, chicken primavera
cerveza, ginebra, Río de
de pronto la ciudad también se convirtió
en una serpiente emplumada de mil cabezas
Eva, Nicole, María, Haydee, Marina, Carmen
Yamilee, Ximena, Anaïs, Diana, Emiliano
y si alguno de nosotros se va, estaríamos amputados
por suerte, ahora también puedo ponerle el nombre de mi hermano
a mis domingos
que es el día de la semana que todos saben que escribo
hasta en los parques
la ciudad recibe siempre a los foráneos
y le gusta últimamente llamarse Mateo
aunque solo nos visite
y así
esta ciudad es la ciudad de los nombres
el antepasado próximo de mi regreso
o el abrazo final a mi destino nuevo
quién sabe si yo algún día me vaya
pero si me despido, amor contaminado,
esquite con limón, banca en
esta ciudad será para mí,
la suma irrepetible de varios nombres propios
una nostalgia inolvidable
y una profunda herida.
2 comentarios:
lauri garcía es usté un auténtico sol
Lauri, el cariño y la nostalgia por las ciudades que nos hacen suyas es inevitable, tanto quizá como las partidas. Y qué bueno que tus letras dejen testimonio del aprecio, aprendizaje y gozo que te deja una ciudad como el DF, que jamás deja de cernir sus encantos sobre quienes hollamos sus calles...
Un abrazo
Publicar un comentario