jueves, febrero 05, 2009

bajo el árbol de guayaba

Leído en el claustro de Sor Juana para el Festival por la Paz entre Palestina e Israel, el pasado 3 de febrero de 2009

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de pequeños jugábamos a matarnos

debajo del árbol de guayaba del patio

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y se nos hizo una costumbre de juego universal

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(la especie se multiplica en sus ronchas)

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ayer

en la puerta de un tren había caído al suelo un hombre joven

untado de tiner

parecía haber dormido para siempre el sueño cruel de los desamparados

nadie levantó su mano ni su cabeza y el vagón avanzó seguro hasta la próxima estación

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aprendimos a robar dulces

almas luego

a jugar al mínimo esfuerzo

y ganar

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prendemos las noticias y comemos palomitas

como visión políticamente correcta decimos

qué lástima/pobrecitos/ y nos damos la vuelta/ nos echamos la sábana encima pensando en otra cosa de inmediato

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nunca he sido buena para escribir sobre los otros

la otredad de mí me es críticamente suficiente

uno vive en su nicho, en su hoyo profundo

con una vista unívoca sobre sus intestinos

y se olvida de las cosas que subyacen de sí mismo

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nos gusta gritar sobre la mesa

mentir, manipular, ser la violencia cotidiana

y hasta enorgullecernos de querer al otro ponerle el pie encima

maldecimos

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creo que todo inició con la prepotencia

con querer matarnos de niños bajo el árbol de guayaba

por no aprender a lamernos la sal que mamá nos ponía en la espalda

para que en base al beso obligado

recordásemos que éramos hermanos

que habíamos nacido de su vientre y de su tierra que ahora aparece dibujada en una moneda de diez centavos que no se usa en Palestina por desacuerdo de paisaje

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viejos conflictos

el rencor se ha metido en mis venas como puntos azules

y si mi estómago vibra ante los celos

también vibran los aviones de bombas

y ardieron los niños que mandaban a limpiar el terreno de los batallones durante la guerra civil salvadoreña

perdían los pies, las piernas, la edad, mientras los estrategas tomaban whiskey en el club militar e inventaban venderle al enemigo las armas para la lucha

por eso

no me gusta el verde olivo/es mejor el verde de la lechuga/aunque me hubiera montado en un avión que solo fuera tuyo por la forma de ver las cosas

prefiero el rojo del rábano al rojo de la sangre de cualquier tipo en cualquier rincón

de este planeta recalentado al sartén como un huevo estrellado

.

pronto voy a sentarme en la mesa

voy a aprender a compartir lo que soy sin prejuicios

a tolerar a la gente que odio con el corazón

a perdonar todo lo que me has hecho sin querer

con tu silencio

.

los estudiantes caminan a gatas por la alameda durante la marcha

el que no salte

el que no grite

el que no diga la consigna contra el muro estatal

pierde, pierde

.

grita

dispara

corre

persigue

.

tanta rabia distraída

tanta enfermedad acordada

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dice Elisa, no es sano estar tan bien adaptado a una sociedad enferma

ella sabe más de los tejones y de las personas que yo

porque es la personificación del que no daña ni esconde

aunque tiene mal humor

el mal humor de tus días llenos de papeles y trabajo

de tus dudas que parecen lunares en la manta de la cama

.

es fácil juzgar desde afuera

hacer edictos

firmar acuerdos

diseñar la ofensiva militar

comprar más ametralladoras

explicar los motivos de la guerra

.

pero no hay razón alguna para no salir de aquí

no basta decir frente al televisor: qué lástima/pobrecitos

.

paremos ya/paremos ya

cortemos las guayabas del árbol

y no juguemos a matarnos.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Fue excelente la presentación... de hecho estudio en la universidad y asistí expresamente al evento porque sabía que ustedes estarían. ¡Me encantó este poema un abrazo!

Sor Juanais dijo...

Me gustó mucho este poema.

Ophir Alviárez dijo...

Es un poema que se crece y que lo seguirá haciendo, tengo la certeza de que tras un tiempo en el horno, saldrá más que el clamor.

Muy buenas imágenes, srta.

Un abrazo,

OA

ESCRIBANO dijo...

EXCELENTE como culmina tu poesía contestataria. A pesar de la denuncia social, no piede sus matices y logra el cometido, es decir, cautivar al lector para llevarlo por el cause de tus versos. Saludos desde Tizayuca, Hgo.