realismo
un silencio deíctico de manos atadas
la luz encendida en la ventana de un cuarto piso
tener cerillos y no cigarros
una muchacha cargando una bicicleta
un centro de monitoreo con cámaras ocultas
el rostro de un hombre desconocido
irle al peor equipo de fútbol
Bob Kaufman y sus poemas bonsái
la mujer con el cabello lleno de lunitas
un buen día para tomar el sol
a este mes se le perdieron dos días
el ruido del vagón llegando
la huella mnémica de una mujer dormida a la par de una mandarina
tener frío y que sea domingo
ver los rostros cansados por la noche
recordar que una vez jugamos al tenis
la mueca estable de la abulia: ‘me da absolutamente igual’
intentar cazar un verbo y no encontrarlo
abrir el diccionario para buscar la palabra ‘afasia’
el mal olor de una habitación alfombrada y con una sombra en el piso
la rabia por emocionarme antes de lo debido
un tratado mental sobre el tiempo y la edad
descubrir que los problemas de encías causan deficiencias en el terreno de lo cognoscitivo
faltan dos estaciones para transbordar
caminar arrastrando las cintas de los zapatos
reconocer una sonrisa en el vagón
escuchar una conversación absurda sobre toros y sueños
ver una señora hablar a solas cargando la pierna de un maniquí
comprar agua para beber
el perejil de ayer sigue en la mesa de la cocina
vacilar
empezar a aceptar las cosas como son.
realismo con vos
un silencio deíctico de manos atadas
vislumbra la luna luego de una siesta en la explanada
la luz encendida en la ventana de un cuarto piso
trasluce un cuerpo que se mira al espejo.
Tener cerillos y no cigarros
no importa esta tarde en que nada discrepa, ni siquiera
una muchacha cargando una bicicleta.
Esto es
un centro de monitoreo con cámaras ocultas
que no asusta a las miradas discretas ni
el rostro de un hombre desconocido
que se sienta junto a otro cuarenta años menor. En este caso no importa
irle al peor equipo de fútbol
ni descubrir en una compilación el poema que me llevaste a escuchar, mientras tú, ya lejos, con
Bob Kaufman y sus poemas bonsái
Despierto, me froto los ojos, me quito el pasto, camino y pienso en lo que a todos nos hace falta
la mujer con el cabello lleno de lunitas
piensa, como yo, que hoy es
un buen día para tomar el sol
ella quiere y yo también quiero, desaparecer para poder decir que
a este mes se le perdieron dos días
o quizá dos mil años. Me cubro de polvo y pienso en el aeropuerto de Berlín, en
el ruido del vagón llegando
en que observo la vida en estructuras fáciles de adivinar, en
la huella mnémica de una mujer dormida a la par de una mandarina
en
tener frío y que sea domingo
Últimamente me dedico a
ver los rostros cansados por la noche
empezando por el mío, a
recordar que una vez jugamos al tenis
a inmiscuirme en la nada, en
la mueca estable de la abulia: ‘me da absolutamente igual’
Sé que una de tus oraciones preferidas es:
intentar cazar un verbo y no encontrarlo; por eso quiero
darte pistas para que vayas inmediatamente a
abrir el diccionario para buscar la palabra ‘afasia’
como buscando pistas, entre
el mal olor de una habitación alfombrada y con una sombra en el piso
Grito y me humedezco por
la rabia por emocionarme antes de tiempo
Reincido en mi incapacidad de trascender
un tratado mental sobre el tiempo y la edad
mientras hago una mueca a todos los atardeceres de todos los tiempos de todos los hombres que contemplan. Los muchachos algún día tienen que
descubrir que los problemas de encías causan deficiencias en el terreno de lo cognoscitivo
Voy a mi casa, es noche
faltan dos estaciones para transbordar
me siento como si cargara un piano y tuviera que
caminar arrastrando las cintas de los zapatos
Me alejo, no quiero
reconocer una sonrisa en el frente del vagón
y aunque me tapo los oídos con tantos recuerdos y posibilidades, recuerdos y posibilidades, recuerdos y posibilidades, no escapo, tengo que
escuchar una conversación absurda sobre toros y sueños;
el arte conceptual me persigue y me sigue frustrando
ver una señora hablar a solas cargando la pierna de un maniquí
Hay que entender a Heráclito, pienso, no sólo
comprar agua para beber
Desaparezco, otra vez pienso,
el perejil de ayer sigue en la mesa de la cocina
y yo entre el diccionario y el
vacilar
Las cosas me tiene que aceptar como soy, tengo que
empezar a aceptar las cosas como son.
Empezando por aceptar que mi pelo es feo.
3 comentarios:
disfrute mucho leerte
ahhhh, no mames!!!!! bien pinche aferpop el texto, jajajajjaja
me gustó!!!!
YO TAMBIEN QUIERO ACEPTAR LAS COSAS
COMO SON.
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