miércoles, marzo 18, 2009

Ultramar de pájaros



“Ven, ayúdame a aplanar esta gota”, Bob Kaufman.
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Esta madrugada me despertó un ruido de pájaros,
vehementes, acosaban el letargo de mis ojos cansados de besarte los lunares.
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A estas alturas,
la parte ulterior del mar habría sido una tranquilidad remota de náufragos de labios secos o las manos de pescadores que vuelven al café tibio y a sus hamacas.
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Si estos pájaros fuesen rostros, habría preferido olvidarlos y solo recordar su voz, soñar con pelícanos de encías rojas que se zambullen en las aguas de tus ganas temerosas.
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Yo
no soy más un pulpo de largos brazos, soy un erizo de mar en la boca de un Ulises venido a menos, una historia de equívocos y disculpas que se va sumando a la órbita de Saturno, que ha hecho crujir las simientes de este corazón repujado.
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No me gusta escuchar de otros labios la imposibilidad, el cinismo de la época que va separando personas como los colores primarios que nunca se encuentran puros en la realidad.
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Por eso, tiendo a inventar fantasías, a emocionarme más de la cuenta cuando no es debido, y a soñar con vos, una madrugada si a penas te rozo.
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Allá lejos, descansan las huellas de las gaviotas en la arena, pedazos de troncos arrastrados por las olas, un viento suave que roza los párpados y que comprende –como yo- que el tiempo dejará de creer en nosotros.
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A varias millas de esta ciudad, flotan cuerpos hinchados de ahogos, peces de colores que insisten en combatir el olvido, gritos de otros pájaros en las ventanas de otros ojos cansados de besar lunares.
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Porque la noche tiene la densidad de la sal.
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Y le caben adentro todos los cuerpos del mundo.
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En el más allá,
crecen enormes campos de arena dulce
luces de ultramar en el organismo indócil del océano
grises submarinos de encendidas escafandras
anhelos indómitos por resistir a las fugas
y un Ulises robado que mastica erizos de mar.
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Tengo una sonrisa llena de escamas.
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Algo se ha confundido.
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Al bajar de tu piel esta mañana,
caminando hacia mi casa
vi que los pájaros que gritaban en tu ventana se habían convertido en pelícanos de encías rojas.

1 comentario:

Sor Juanais dijo...

me gustò mucho leer tu poema, sabes como te admiro hermosa.