miércoles, julio 18, 2012

Roma

No todas las películas son buenas.

Hay mesas atravesadas por la verticalidad del sobre-movimiento de los cuerpos
y las cosas, almas brillantes, me digo,
que suben la música sobre su propia escala.

Yo también solía tener veinte años
pero nunca pensé que ese sería mi estado natural
sentada aquí frente a un café
lejos de las ciudades que imagino
tan dentro de mí que duela y sea dulce
que duela y sea dulce.

Me gusta tanto el decorado de las mesas del café
que lloraría por vos sobre ellas
te diría que los años han pasado y que me dejaste
pero sería verdaderamente inútil
porque vos me mirarías condescendiente
con un guiño de reptil o de pájaro
y me darías posibilidades en un gesto
y asentiríamos juntos sobre la luz duplicada
nos tomaríamos de la mano
nos reiríamos de tan mala película
respiraríamos como una realidad independiente a nosotros
saldríamos a la calle
llovería
y los decorados de las mesas del café y Roma
serían más que las fuentes y los amantes.
No estoy hablando de mí.
No estoy hablando. O sí.

No hay comentarios: